¿De qué debe ocuparse la filosofía? Diferentes filósofas y filósofos de distintos países del mundo nos aportan sus reflexiones. Partiendo de esa pregunta, unos plantearán el cometido de esta disciplina, otros nos hablarán de dónde han de estar sus límites, si es que los tiene, o de hasta dónde pueden llegar sus análisis, etc.
Mercedes López Mateo. Filósofa española
Mercedes López Mateo es graduada en Filosofía, Política y Economía por la Alianza 4Universidades (universidades Pompeu Fabra y Autónoma de Barcelona y universidades Autónoma y Carlos III de Madrid). En la actualidad estudia el Máster en Crítica y Argumentación Filosófica de la Universidad Autónoma de Madrid, donde realiza sus investigaciones en torno a la figura de Simone Weil. Ha publicado en revistas especializadas como Bajo Palabra y participado en el Congreso Internacional «Pensar nuestro tiempo: modernidad/postmodernidad», de la Cátedra Internacional de Investigación HERCRITIA.
Antes de preguntarnos por aquello de lo que debe ocuparse la filosofía, su objeto, preguntémonos por el origen de todo: el verbo. ¿En qué consiste ocuparse? La ocupación parecería hablarnos de una faena: un empleo de nuestro tiempo, energía y dedicación para acercarnos a un horizonte. De este modo, la ocupación de la filosofía tendría que ver con una direccionalidad y «progreso» del pensamiento y su civilización.
Sin embargo, existe otra acepción que puede resultarnos mucho más provechosa. Ocuparse también es responsabilizarse, es decir, hacerse cargo. La línea que separa ambos sentidos es delgada y muy sutil, pero, si de nuevo lo visualizamos mentalmente, comprobaremos que de esta manera la filosofía toma un carácter profundamente distinto.
Que la filosofía «se haga cargo» de algo significa que ya no tendríamos la mirada fija en un punto lejano y futuro hacia el cual nos aproximamos. Por el contrario, la filosofía pasaría a cargar a sus espaldas el peso que arrastre hoy —ahora, en nuestro tiempo— la humanidad. Ese peso es un inmenso dolor que, tomando múltiples formas, acaba siempre por ser desatendido: precariedad en un sistema que ataca la vida y nuestra salud mental, racismo, opresiones por expresión de género, falta de sentido…
La ocupación de la filosofía tendría que ver con una direccionalidad y «progreso» del pensamiento. Pero ocuparse también es responsabilizarse, hacerse cargo. La línea que separa ambos sentidos es muy sutil, pero de esta manera la filosofía toma un carácter profundamente distinto
Cada día, el desarraigo que ya denunciaba el siglo pasado Simone Weil toma una mayor presencia. Nos encontramos en un momento histórico en el que la soledad física se ha vuelto una imposibilidad (precariedad, sobrepoblación, espacios inhóspitos por guerras, calentamiento global o desafección política…) y la soledad interior casi una certeza. También Weil fue consciente de que la tarea de la filosofía era y es aligerar el peso de la desgracia propia de nuestra existencia.
No obstante, la liberación de tal carga tiene un precio. A la reflexión pausada de la filosofía no se le pueden otorgar poderes sobrenaturales: el dolor que asfixia a nuestro mundo no va a desaparecer solo porque hoy continuemos escribiendo. La escritura puede llegar a ser muy valiente, pero siempre será escritura. Es más, probablemente no esté en las manos de los filósofos eliminar ese dolor, aunque sí enseñarnos a hacerlo más liviano.
A cambio, nosotros, los visitantes de sus páginas, deberemos valorar con seriedad las hojas de ruta que nos indica e incita la filosofía. Creo que esto comienza por levantar la vista más allá de nuestro individualismo, en ese encuentro con la alteridad, con el otro que también carga su propio dolor.
A la reflexión pausada de la filosofía no se le pueden otorgar poderes sobrenaturales: el dolor que asfixia a nuestro mundo no va a desaparecer solo porque hoy continuemos escribiendo
No sé si el fin último de la filosofía es este, pero, sin duda, quienes nos consagramos a ella debemos hacernos cargo mientras exista. Sea desde la rama que sea —a través de la epistemología, la metafísica o la filosofía política, entre otras—, la filosofía debe ocuparse del dolor del mundo.
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