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Mosterín y Sádaba: una conversación fecunda

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Jesús Mosterín y Javier Sádaba, en 2015. Fotografía: Basilio Baltasar

Jesús Mosterín y Javier Sádaba en 2015. La fotografía es de Óscar López y ha sido cedida por la Fundación Santillana, por cortesía de Basilio Baltasar. El original se incluye en el libro que acaba de publicar María del Olmo.

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María del Olmo Ibáñez y la editorial Ápeiron nos ofrecen uno de los libros más esperados en nuestra redacción: Jesús Mosterín y Javier Sádaba, una última conversación. Una oportunidad de conocer en profundidad a dos de las grandes mentes de nuestro país en las últimas décadas.

Por Jaime Fdez-Blanco Inclán 

Jesús Mosterín y Javier Sádaba, una última conversación, de María del Olmo Ibáñez (Apeirón ediciones).
Jesús Mosterín y Javier Sádaba, una última conversación, de María del Olmo Ibáñez (Ápeiron ediciones).

Del Olmo, doctora en Filosofía y Letras, profesora universitaria y directora del archivo provincial de Alicante, nos ofrece un nuevo trabajo en torno al pensamiento de Javier Sádaba, autor al que ya ha dedicado otros: Tomás Pollán y Javier Sádaba, perpendiculares y paralelos; Manuel Fraijó y Javier Sádaba: un diálogo entre dos filósofos de la religión; y El universo Sádaba: Javier Sádaba frente al espejo.

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En esta ocasión, la autora pone frente al filósofo vasco a un paisano, el bilbaíno Jesús Mosterín, fallecido en 2017 y cuya sombra recorre toda la obra. Y es que Mosterín, además de ser uno de los principales referentes de la disciplina filosófica de España, era una personalidad de enorme carisma, tal y como reflejan estas páginas.

Qué cuenta

¿Se trata de un diálogo sin más? No exactamente. Lo que Del Olmo nos ofrece es bastante más exhaustivo que una simple transcripción de una conversación entre los dos filósofos. En lugar de eso, bucea entre la bibliografía de Mosterín y Sádaba para extraer de sus obras sus posturas sobre temas que ambos investigaron, al tiempo que nos presenta un perfil bastante conseguido de los dos personajes mientras nos ayuda a entender mejor sus respectivos trabajos. El resultado es un coloquio a tres bandas donde del Olmo -lejos de aparecer como una simple moderadora- comenta, analiza, introduce y contextualiza las opiniones de Sádaba y Mosterín, compartiendo también, de vez en cuando, sus propias conclusiones.

El resultado de este enfoque es, aparte de filosóficamente enriquecedor, una muy agradable semblanza de los dos filósofos vascos. De hecho, el libro ofrece una cercanía que se termina convirtiendo en una de sus grandes bazas. Desde las primeras páginas se crea una afinidad entre el lector y alguno de los filósofos –o ambos–, lo que permite que la obra, a pesar de ser un libro propiamente filosófico, se lea de una manera muy dinámica, sin la aridez que presentan otros títulos que podrían compartir temática.

El libro es un coloquio a tres bandas donde del Olmo comenta, analiza, introduce y contextualiza las opiniones de Sádaba y Mosterín, compartiendo también sus propias conclusiones

Esa muestra de la intimidad personal, pese a parecer, a priori, una apuesta arriesgada, se demuestra como una decisión acertadísima por parte de María del Olmo, pues enriquece enormemente los planteamientos teóricos de uno y otro autor. Jesús Mosterín no sería Mosterín sin la coherencia entre su filosofía y su persona; y lo mismo ocurre con Javier Sádaba. Un ejemplo más, sutil, del papel impagable que juega la filosofía en quiénes somos. Y es en esa intimidad entre persona y pensamiento donde nos sitúa del Olmo, hasta el punto de que tenemos la sensación, tal y como nos dice el título, de estar en medio de una «conversación».

En cuanto a las temáticas, la obra hace un profundo recorrido por algunos de los principales temas de interés de ambos pensadores, como pueden ser la religión, la bioética, el sufrimiento animal, la eutanasia, el aborto, el papel de la cultura, la filosofía, la libertad individual y el nacionalismo. En cada uno de estos aspectos la autora nos muestra las ideas de Sádaba y Mosterín, con sus coincidencias –que son muchas– y sus desavenencias –otras tantas– a lo largo de los años, tal y como reflejan en sus respectivas obras, conferencias y apariciones en los medios. Y todo ello se hace de una forma muy natural, muy limpia, como si estuviéramos observando a nuestros protagonistas a través de una cámara subjetiva, a través de los ojos de un tercero.

Por qué leerlo

Si bien todos los capítulos están perfectamente explicados e investigados, es posible que el más desarrollado y completo sea el que habla de la ciencia y bioética. La razón de esto es que en él confluyen las principales temáticas de trabajo de ambos pensadores: Javier Sádaba ha dedicado varias obras a la bioética, mientras que Jesús Mosterín fue uno de los principales filósofos de la ciencia de nuestro país. Sea como fuere, el lector se encontrará con dos filósofos que apuestan por un enfoque empírico-positivo, si bien es verdad que dicha postura es especialmente radical en Mosterín, que se aproxima mucho al cientificismo radical de Mario Bunge. Este pensador, Bunge, entre otras cosas, considera como «mala filosofía» la metafísica, la mística y concepciones similares, pues cree que la filosofía no puede ir más allá de los límites que establece la ciencia. La filosofía que no hace otra cosa que fantasear sin ceñirse a los hechos no puede ser tomada en serio.

La autora nos muestra las ideas de Sádaba y Mosterín, con sus coincidencias y sus desavenencias a lo largo de los años

Parecidas concordancias se aprecian en torno a sus pensamientos políticos, girando permanentemente en torno a la libertad. Por un lado, Sádaba se presenta como un libertario cercano al anarquismo –si bien, como apunte personal, su postura tiene un componente claramente social de corte estatista, lo cual es bastante contradictorio con una condición libertaria–, mientras que Mosterín era un liberal puro y duro, con el reconocimiento de la necesidad ineludible de un Estado garante de nuestros derechos, pero de competencias muy limitadas para maximizar la libertad individual de cada uno.

En esencia, un libro muy entretenido y recomendable que disfrutarán especialmente los seguidores de ambos filósofos. Ellos encontrarán coincidencias que posiblemente se les pasaron por alto en su día, contradicciones insospechadas y, quizá, opiniones desagradables, que siempre las hay. Descubrimientos que ponen de relieve la curiosa relación entre estos dos pensadores y que reflejan, asimismo, la maestría con que Del Olmo hilvana el relato para que su lectura sea altamente disfrutable.

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