¿Qué es la nada? ¿Por qué sentimos esa extraña angustia, fría, paralizante, cada vez que la pensamos? ¿Es por lo que ella implica o significa? ¿O es quizá por nuestra tradición occidental, que nos hace desear asideros seguros? ¿Han existido otras tradiciones filosóficas que hayan abordado el tema de la nada sin tamaña angustia? Y de hacerlo, ¿han sabido inventar prácticas para hacer frente al desasosiego que se adhiere con temblor a cualquier pensamiento sobre la nada?
Heidegger y la pregunta esencial de la filosofía
En 1969, en el ocaso de su vida, el filósofo Martin Heidegger concedió una entrevista a la revista L’Express en la que defendía que la pregunta esencial de la filosofía había sido olvidada durante los últimos siglos. En palabras del filósofo:
«¿Por qué es el ser y no más bien la nada? [Es] la [pregunta] que ha decidido todo el destino del mundo occidental: a través de las respuestas que le fueron dadas por los presocráticos hace más de dos mil quinientos años. Y sin embargo, el sentido de esta pregunta no inquieta más a nadie».
No es fácil comprender qué significa para Heidegger plantear la pregunta por el sentido del ser desde la óptica de la nada. Para comprenderlo mejor, baste recordar que Heidegger estaba convencido de que era posible terminar con la interpretación esencialista de la existencia. Una interpretación, la esencialista, que explica la vida a partir del creacionismo, a partir de una presencia constante, una entidad eterna o una serie de valores absolutos que sirven como legitimación de la existencia y de la realidad.
El propósito de la filosofía de Heidegger es, entonces, pensar el ser desde su radicalidad, lo que significa pensar la existencia sin la necesidad de inventar una realidad metafísica que la sostenga o justifique. El pensador de la Selva Negra cree que los individuos tienen la posibilidad de «ser» sin estar sujetos a algo más que al transcurrir finito de sus propias vidas, y, para ello, es necesario entender que la existencia —así, tal cual— es algo que está fundado en la nada.
La labor de Heidegger se impone sobre las demás filosofías hechas hasta su época —o al menos así lo consideraba él—. Su propósito histórico es terminar con la metafísica tradicional explicando al ser, o a la existencia, desde su carácter de nihilidad, como aquello que no consta de un fundamento entitativo, sino que es un fundamento basado —precisamente— en la falta de fundamento. Así, el ser no se funda sobre algo. No puede ni debe pensarse de la misma manera en que explicamos las demás cosas del mundo. La existencia no puede ser comprendida de la misma forma en que la ciencia comprende a los objetos.
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