¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?
Susana Jiménez Carmona. Filósofa y artista sonora española
Susana Jiménez Carmona se mueve entre la música, el arte sonoro y la filosofía abarcando la investigación, la docencia y la práctica artística. Además de haber formado parte de El paseo de Jane y de Cuidadoras de sonidos, ha colaborado con diversas compañías de artes escénicas, artistas y colectivos (recientemente con Territorio doméstico y Pandora Mirabilia en la radionovela Querían brazos y llegamos personas). Es profesora de Estética en la Universidad Autónoma de Madrid y en el Máster en Arte Sonoro de la Universitat de Barcelona, y colabora con el grupo de investigación Arts écologies transitions de la Universidad Paris 8.
«Diciéndolo a la Haraway, pienso que el principal reto de la filosofía, así como de cualquier forma o práctica de pensamiento, es seguir con el problema o los diferentes problemas que nos acucian en el presente. Esto podría explicarse, quizá, como que en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbres generalizadas, la filosofía no sea ni demasiado útil ni demasiado inútil. Con ello me refiero, por un lado, a que no se presente o no se recurra a ella como instrumento o medio de consuelo que ofrezca maneras adecuadas de pensar para adaptarse a estos tiempos o escapar de ellos, en tanto que repositorio de frases, fórmulas o métodos efectivos que pretendan dar certezas, éxitos o consuelo, alivio. En definitiva, remedio. O, por el contrario, el que sea tildada de inútil, por solipsista, por considerarse encerrada en sí misma, dedicada a un corpus sólo accesible a especialistas que se olvidan del mundo al traspasar el umbral de la academia para dedicarse a textos que parecen no decir nada fuera de tan doctos muros (otra forma de escapismo).
«La filosofía ha de pensar el presente. Y la única manera de hacerlo es entre, pensar-con y no pensar-sobre, pensar en compañía de otros saberes, otros pensares y otros modos de vida. En lugar de remedio, en medio, disponerse hacia lo que disturba, hacia los alborotos, hacia las voces que murmullan perturbando silencios»
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Como ya reivindicó Foucault retomando a Kant, y como asimismo hacen Haraway o Braidotti o Bennett y tantas otras y tantos otros, la filosofía ha de pensar el presente. Y estoy convencida de que la única manera de hacerlo es entre, pensar-con y no pensar-sobre, pensar en compañía de otras disciplinas, saberes, prácticas, de otros pensares y otros modos de vida. En lugar de remedio, en medio, disponerse hacia lo que disturba, hacia los alborotos, hacia las voces que murmullan (voces ya nunca sólo humanas) perturbando silencios y volviendo hacia afuera oídos interiores (en el sentido que apunta Benjamin en Calle de sentido único). El pensamiento filosófico sería también parte de ese tumulto, de esos disturbios en los que se están agitando planteamientos ontológicos y epistemológicos radicales. Y no puede zafarse de todo ello precisamente por su naturaleza liminar y transversal, por su capacidad de atravesar umbrales insospechados y desviar de las direcciones ya marcadas, así como, y sobre todo, porque no puede dejar de ser atravesada por esos otros pensares, prácticas y vidas que están apuntando directamente hacia las cuestiones que siempre le han cautivado y sacudido, esas cuestiones que siempre amenazan con llevar a pique.
En definitiva, pienso que el reto de la filosofía es no temer no saber y zozobrar, no temer contagiarse y pensar-con, enredándose en los cuestionamientos radicales que le están lanzando y alcanzando, no ofrecer remedios sino colocarse en medio, donde más fuerte soplan los vientos y cualquier desvío coloca en un umbral entre posibles insospechados, inauditos, y sacarnos a flote de pura turbación y maravillamiento».
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