¿Qué puede y qué tiene que decirnos el miedo en términos filosóficos? Bernat Castany Prado, escritor y profesor en la Universidad de Barcelona, investiga una de las emociones más primarias del ser humano en uno de los libros más relevantes en el panorama editorial hispanohablante de 2022: Una filosofía del miedo, obra finalista del Premio Anagrama de Ensayo.
Por Carlos Javier González Serrano
Escribió Baruch Spinoza que no podemos luchar de modo frontal contra las pasiones tristes, sino más bien sustituirlas por afectos alegres. Por eso, apunta Bernat Castany en su último libro, «al miedo sólo se lo combate con el conocimiento, la curiosidad, la empatía y la solidaridad». A través de un ensayo de muy agradable y atractiva lectura, Una filosofía del miedo (editado en Anagrama) se propone ahondar en la densa niebla que, como un «aguijón invisible» (al decir del poeta latino Lucrecio), se apodera de nosotros, nos hace egoístas e incluso despiadados. El miedo es una experiencia transformadora que puede llegar a incapacitarnos o, en terminología psicológica, hacernos disfuncionales.
Castany Prado se ocupa del miedo en sus muy diversas facetas: individual y subjetiva, social y política, psicológica y antropológica, y de todo ello extrae consecuencias y recursos filosóficos para acercarse al miedo, a esa némesis que no nos deja disfrutar, «pues altera nuestro conocimiento, nos aparta del mundo, reduce el placer, nos hace crueles, nos impide ser lo que hemos decidido ser y erosiona el tejido social».
Es quizá esta última faceta una de las que más preocupa al autor. Cuando el tejido social se rompe, cuando el miedo se filtra por los ánimos humanos, el caldo de cultivo más proclive para el totalitarismo y la manipulación está servido. El miedo nos hace indolentes, nos debilita y hace pensar que nada se puede, que compartir nuestras inquietudes y nuestros pensamientos no sirve para nada: nos convence, en fin, de que el pensar es inoperante. Como leemos en el libro de Castany Prado, «el miedo es una redundancia, pues quien teme morir ya está muerto de miedo».
«El miedo es una amalgama de pasiones tristes que nos sume en la más profunda de las impotencias. Es el alfa y el omega de la impotencia. Su primera dentellada se llama autoodio. Tememos no ser o no llegar a ser lo suficientemente buenos o dignos». Bernat Castany
Filosofía del miedo
La gran estrategia del miedo es «reducir al máximo el conjunto de las cosas que dependen de nosotros». Todo lo contrario de lo que exigía Epicteto con su moderado estoicismo. El miedo coarta las posibilidades vitales, nos ahoga existencial y afectivamente, nos aísla del mundo y de nuestros semejantes. Como propuso Carl Jung, «la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir», una cita que Bernat Castany apuntala de este modo: «No es la nostalgia de lo no vivido, es el dolor de lo no hecho. Porque no son las circunstancias las que nos han impedido hacerlo, sino nuestro apocamiento».
El miedo se sirve de la (posible) frustración y del (posible) fracaso para empequeñecernos, para situarnos frente al abismo de la libertad no como agentes, no como sujetos activos, sino como seres pasivos que se resignan, sin más, a no caer, a permanecer en el lado seguro de las cosas.
Lo que nadie nos dice es que, quizá, esa presunta seguridad nos aliena, no nos protege. Porque, como sostuvo Spinoza y Castany recuerda en diversas ocasiones, el miedo es la más triste de las pasiones, «es la que más reduce nuestra sensación de potencia». Por eso, escribe de manera muy bella el autor de este ensayo, «el miedo es una niebla que no se puede atacar, sino sólo dispersar con el viento del deseo».
El miedo crea grietas insuperables, permea la realidad de posibilidades oscuras y funestas, pues para el miedo el mundo «es una resistencia absoluta ante la cual no podemos nada». Al contrario, sostiene Bernat Castany, para la confianza «es un lugar favorable a nuestros esfuerzos». La clave del asunto es que el miedo es el creador de aquello que se teme, lo que nos infunde un desánimo triste, mientras que «la confianza crea lo que desea, al liberar y movilizar nuestra energía».
«El problema es que hay opciones políticas que extraen rédito del miedo. Por eso necesitan demonizar y reprimir los impulsos de colaboración, que asocian a la ingenuidad, a la pretenciosidad o a la traición, y excitar los de desconfianza y agresión, que presentan como más realistas, honestos y patrióticos». Bernat Castany
Positivismo tóxico
No se trata de un dictado de autoayuda. Nada más lejos. Castany Prado también critica abiertamente en las páginas de Una filosofía del miedo las prácticas de la psicología positiva en sus formas más despóticas, es decir, como dictadura de la felicidad, a la que denomina «positivismo tóxico». Se trata, más bien, de defender un afecto alegro, una emocionalidad esperanzada (es decir, proyectada) hacia el futuro. Un conatus, un anhelo de más, lleno de confianza en uno mismo y, por qué no, en el mundo.
En definitiva, un libro de sencilla lectura pero de muy hondas consecuencias antropológicas, psicológicas, filosóficas. La tesis que defiende el autor no es tanto la de ahuyentar el miedo como la de cuestionar qué se esconde tras él, desenterrar sus razones para hacerlas patentes y poder pertrecharnos de armas intelectuales y emocionales que nos reconcilien con la acción, con nuestra condición de agentes y nos aleje de un estado de introspección impotente en el que el miedo nos introduce en una vorágine de incomprensión ante cuanto sucede.
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