- La colina de la dinamita
- Además de la raza, la clase en la vida de Angela Davis
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- Entre la intervención política y su carrera profesional
- ¿Dónde están mis hermanos?
- Contacto con la filosofía
- Debates estratégicos
- Persecución política
- Angela Davis en prisión
- Contra las cárceles
- Voces de resistencia
La colina de la dinamita
Fue en la primavera de 1949 cuando el lado oeste de la Center Street comenzó a conocerse como Dynamite Hill (la colina de la dinamita) por las permanentes explosiones que se daban en ella. Poco antes, una familia negra, un sacerdote y su esposa, llamados Deyabert, se había trasladado al lado de la calle considerado como «territorio blanco». Una tarde de aquella primavera, todo el barrio se estremeció ante un estallido de ruido —el primero de los muchos que llegarían en los años siguientes—, que hizo saltar por los aires la casa de los Deyabert hasta convertirla en ruinas humeantes. Afortunadamente, no hubo víctimas mortales, aunque no se podría decir lo mismo de algunos de los ataques que vendrían.
Al escuchar el estruendo, las puertas de toda la calle se abrieron y todo el mundo salió de sus casas y comenzó a correr. De una de las casas, cercana pero ya en «territorio negro», salió una mujer joven con una niña en brazos. Los ojos de la niña reflejaban el horror y espanto ante la situación. Aquella tarde, multitud de familias se reunieron hasta altas horas de la noche para hablar del «odio blanco» y de la muerte, unas conversaciones que se quedarían grabadas en la niña mucho tiempo. Era Angela Davis y acababa de cumplir cinco años.
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