Son mujeres filósofas de todos los tiempos y de diferentes nacionalidades. Casi todas ellas han ido pasando por FILOSOFÍA&CO. a lo largo de este primer año que acabamos de cumplir: el 1 de marzo soplamos la vela y brindamos por una larga vida para la filosofía y la cultura rodando por la calle al alcance de todos. Hoy reunimos a estas filósofas feministas aquí, en este (muy) breve diccionario –que podría ser muchísimo más largo–, para recordar y destacar algunas de sus aportaciones al pensamiento y al feminismo, para celebrar –y reivindicar, por necesario– también este día internacional de la mujer.
Amelia Valcárcel
En su libro Feminismo en el mundo global, la filósofa española Amelia Valcárcel escribe: «El feminismo es probablemente uno de los mayores motores de cambio y la única estrategia investigadora y discursiva capaz de dar razón de cómo y por qué se producen (…) El feminismo, probablemente uno de los mayores portadores de innovación social y moral, nos conduce ahora de la supervivencia a la paridad (…) Seguimos en la punta de lanza de un movimiento mundial e irreversible por cuya agenda cruzan ahora buena parte de las tensiones civilizadoras».
En junio de 2017, tras recibir el premio Avançant en igualdad que le concedió la Federación de Empleados de Servicios Públicos del sindicato UGT, la catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED dijo que el feminismo debe ser un aliado fundamental de la democracia. “La mayor novedad del tiempo presente es la libertad de la mujer porque no ha existido antes en las sociedades políticas y no pertenece al orden social de las cosas. La igualdad no es natural y ser mujer supone un sobrecoste diario para mantener la propia dignidad (…). La igualdad en las democracias no es una condición empírica y probablemente nunca llegue a serlo, es una condición pactada lo que la convierte en un valor (…) Las democracias son los sistemas políticos más antinaturales que pueden existir, porque toman la idea de igualdad y la ponen como fundamento y dicen cosas antiempíricas: todos los seres humanos nacen libres e iguales, pero no es verdad, porque cada ser humano nace en un contexto y es determinado por él (…). Difícilmente una sociedad puede llamarse democracia si las mujeres no tienen la capacidad de ser libres y derecho a ser ciudadanas. Durante largas generaciones y milenios las mujeres han estado sometidas a un orden de importancia y de jerarquía y la rebelión verdadera contra ese orden solo se ha producido en las democracias”. Pero “la mayor parte de las sociedades que conocemos no son democráticas; las democracias son solo una parte de la humanidad pequeña y excepcional”.
«El feminismo es probablemente uno de los mayores motores de cambio». Amelia Valcárcel
Angela Davis
«El feminismo será antirracista o no será». La filósofa y activista feminista estadounidense Angela Yvonne Davis, autora de libros como Mujeres, raza y clase, estuvo el pasado mes de octubre en un encuentro en Madrid (España) dentro del ciclo Mujeres contra la impunidad, organizado por la Asociación de Mujeres de Guatemala y La Casa Encendida. Discípula de Herbert Marcuse, filósofo de la Escuela de Frankfurt, de él ha aprendido muchas cosas, pero la mejor de ellas, ha dicho, “la responsabilidad que tienen los filósofos de cambiar el mundo, de llevar la teoría crítica a un marco más amplio”. Y eso hace ella. Angela Davis lleva toda su vida comprometida con los movimientos contra la discriminación –o las discriminaciones, todas– y que trabajan por la justicia social. El feminismo también, por supuesto, ampliándolo. “El feminismo es una estrategia no solo para superar la opresión de género, sino también el racismo, el fascismo y la explotación económica”, ha dicho.
“La violencia de género no es algo que sea debido solo a hombres que son malvados, sino que es consecuencia de lo que ha ocurrido en la historia, de la violencia. No podemos pedir la igualdad de las mujeres en instituciones que no cambian. Las mujeres se han levantado para cambiarlas”, aseguró en el encuentro en La Casa Encendida en Madrid. Un año antes, en julio de 2017, durante un acto en Brasil, en la Universidade Federal da Bahia, en la ciudad de Salvador, Davis dijo que «no podemos excluir la violencia de género de otras violencias institucionales». «No son las personas individualmente quienes deciden que la violencia es la respuesta; son las instituciones que nos rodean las que están saturadas de violencia. Si el Estado utiliza la violencia policial para solucionar problemas, se transmite el mensaje de que la violencia también puede utilizarse para resolver problemas en otros ámbitos como en el de las relaciones de pareja».
“El feminismo es una estrategia no solo para superar la opresión de género, sino también el racismo, el fascismo y la explotación económica”. Angela Davis
Celia Amorós
Catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED (Universidad Nacional a Distancia), Celia Amorós fue la primera directora del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid, creado en 1987. La filósofa española ha orientado su pensamiento hacia lo que ha llamado “feminismo filosófico” y ha publicado libros como Feminismo y filosofía (editado por Thémata). “Entendemos por feminismo un tipo de pensamiento antropológico, moral y político que tiene como referente la idea racionalista e ilustrada de la igualdad entre los sexos”, ha explicado.
Hace ahora un año, con motivo del Día Internacional de la Mujer en 2018, el Instituto Cervantes celebró en su sede de Madrid un desayuno-coloquio con Amorós, en el que la filósofa dijo: “El pensamiento feminista ha elaborado notablemente la idea de igualdad, quizá porque las mujeres hemos padecido y seguimos padeciendo discriminaciones en distintos ámbitos. (…) La feminización de la pobreza –de 100 personas pobres, 80 son mujeres– debería ser para la izquierda un escándalo de la misma dimensión al menos que el contraste Norte-Sur. (…) Las mujeres solamente ocupamos un 10% de los puestos de responsabilidad en el mundo. Las democracias seguirán teniendo un fuerte déficit de legitimación mientras tales desequilibrios no se corrijan”.
«La feminización de la pobreza debería ser para la izquierda un escándalo de la misma dimensión al menos que el contraste Norte-Sur». Celia Amorós
Graciela Hierro Pérezcastro
Fue quien introdujo la filosofía feminista en México, su país. La filósofa Graciela Hierro Pérezcastro, especialista en ética, creó en 1978 la Asociación Filosófica Feminista de México, y en 1992, el Programa Universitario de Estudios de Género en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su tesis de doctorado, que se publicó con el título Ética y feminismo, trata el problema ético de la exclusión de las mujeres en los regímenes patriarcales. Pensó y habló mucho sobre ellas; en los últimos años de su vida, en concreto sobre el proceso de envejecer de las mujeres. Fundó Las Reinas, un grupo de mujeres escritoras, pensadoras, académicas, psicoanalistas y psicoterapeutas que reflexionaban acerca de una nueva cultura feminista. Graciela Hierro propuso una filosofía que contribuyera a que las mujeres pensaran sobre la posesión y control de su cuerpo y sus placeres.
En su libro Me confieso mujer escribe: “Ser feminista radical, ese es el feminismo mío; ni existencialista, ni marxista, ni socialista, ni liberal, ¡ni, ni, ni! Feminista radical que permite descubrir en verdad qué queremos las mujeres. Ni Sartre, ni Marx, ni Freud, ni Nietzsche pensaron en las mujeres para construir sus mundos. Solo en ellos mismos (…) La lucha de las mujeres es por descubrir sus intereses y llevarlos a cabo. No existen aún derechos que puedan dar valor a la sexualidad femenina. No han sido socialmente reconocidos”.
«Ni Sartre, ni Marx, ni Freud, ni Nietzsche pensaron en las mujeres para construir sus mundos. Solo en ellos mismos». Graciela Hierro Pérezcastro
Judith Butler
“El feminismo es un movimiento para las mujeres, para los hombres y para los que desbordan el género normativo”, ha dicho la filósofa estadounidense Judith Butler. Es una de las feministas de referencia en la filosofía actual y una de las grandes teóricas feministas del movimiento queer. Su libro El género en disputa y sus ideas sobre el género y el sexo construidos y aprendidos, no marcados por la naturaleza, revolucionaron el pensamiento feminista. Para Butler, nuestro sexo, aquello que supuestamente nos define como hombres o mujeres, es una construcción social. El hecho de ser un hombre o una mujer no está determinado por nuestro nacimiento, sino que nos han enseñado a ser así. Hemos aprendido a ser hombres o mujeres en un contexto cultural y educativo que tiene como norma la heterosexualidad. Esta catedrática del departamento de Literatura comparada en la Universidad de California, Berkeley (Estados Unidos), plantea una crítica a la teoría de que las identidades de género están marcadas por la naturaleza y son inmutables. Se cuestiona la idea de que haya una única forma de ser hombre/masculino y mujer/femenino. En su opinión, el género y el sexo son construcciones sociales.
“No estoy nada segura de que el siglo XXI siglo sea o llegue a ser femenino, ni siquiera que deba serlo”, nos decía Butler hace unos meses en una entrevista a FILOSOFÍA&CO: “En mi opinión, los tipos de minorías que reclaman la inclusión en los términos del poder –y en los términos de la inteligibilidad– son muchos. Las mujeres se cuentan entre ellos y atraviesan todas las categorías, como la raza, la clase, la capacidad y la religión. Nunca he visto con claridad qué se supone que significa lo femenino; aunque eso pueda parecer poco sincero, es la verdad. Un motivo por el cual eso es cierto: mucha gente vive fuera de estas nociones de lo femenino y lo masculino; la relación binaria no capta el modo en que la gente entiende su sexualidad o su género”.
“El feminismo es un movimiento para las mujeres, para los hombres y para los que desbordan el género normativo”. Judith Butler
María Zambrano
En la Generación del 27 hubo mujeres pensadoras, artistas y escritoras que cambiaron las reglas sociales y culturales establecidas en aquella España de los años 20 y 30. Se las llamó “las sinsombrero” por el gesto de los pintores Maruja Mallo, Margarita Manso y Dalí y el escritor Federico García Lorca de quitarse el sombrero en público y dejar su cabeza al descubierto, algo insólito para la época, en plena Puerta del Sol, en Madrid. La filósofa española María Zambrano pertenecía a este grupo.
Aunque Zambrano no se llamaba a sí misma feminista, fue muy activa en la lucha por la igualdad. Defendía que la mujer debía lanzarse a la actividad política y no centrarse únicamente en el ámbito familiar, porque tanto la mujer como el hombre están obligados a actuar políticamente y manifestar su opinión para cambiar la situación. En 1928, escribía: “La mujer nueva no reniega ni siente rencor por el hombre, pues no se siente esclavizada por él […]. Ha sido tan rápido el viraje de la mujer en sus exigencias que el hombre descentrado e inadaptado no sabe –generalmente– o no quiere colmarlas. Pero, al menos, ¡que no nos maten!”. Pues han pasado 90 años y parece que no le han hecho caso: las cifras de mujeres asesinadas por la violencia machista no paran de crecer.
«Ha sido tan rápido el viraje de la mujer en sus exigencias que el hombre descentrado e inadaptado no sabe o no quiere colmarlas. Pero, al menos, ¡que no nos maten!». María Zambrano
Martha Nussbaum
“Las mujeres están peor alimentadas que los hombres, tienen un nivel inferior de salud, son más vulnerables a la violencia física y al abuso sexual”, escribe la filósofa estadounidense Martha Nussbaum en su libro Las mujeres y el desarrollo humano. “Es mucho menos probable que (las mujeres) estén alfabetizadas, y menos probable aún que posean educación profesional o técnica. Si intentan acceder a un puesto de trabajo, deben enfrentarse a obstáculos mayores, incluyendo la intimidación por parte de la familia o del esposo, discriminación por su sexo en el salario y acoso sexual en su lugar de trabajo. Y todo ello sin tener recursos legales efectivos para defenderse”.
Nussbaum, defensora en su obra de un feminismo universalista, presidió el Comité para la Situación de la Mujer de la Asociación Americana de Filosofía. Sus teorías se basan en la idea de que personas que entienden de diferente forma el bien pueden llegar a acuerdos sobre algunos principios éticos universales que sean aplicables ante una situación de desigualdad e injusticia, se produzca donde se produzca. En 2012, Nussbaum recibió el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, por ser «una de las voces más innovadoras e influyentes de la filosofía actual», dijo el jurado, y por defender «una concepción universal de la dignidad humana y de los derechos de la mujer para superar los límites del relativismo cultural».
“Las mujeres están peor alimentadas que los hombres, tienen un nivel inferior de salud, son más vulnerables a la violencia física y al abuso sexual”. Martha Nussbaum
Mary Wollstonecraft
“No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”, dijo la filósofa y escritora inglesa Mary Wollstonecraft (1759-1797). Su libro Vindicación de los derechos de la mujer, uno de los clásicos del feminismo, apela a la igualdad entre ambos sexos basándose en que el único fundamento de la moral es la razón, y esta es idéntica para los dos. Su defensa del derecho de la mujer a ser una persona autónoma e independiente se enfrentaba a la imagen habitual del siglo XVIII de la mujer dócil y objeto de deseo y compañía del hombre. Wollstonecraft, considerada por muchos la primera filósofa feminista, habla de una idea del matrimonio basado en la igualdad y la afinidad intelectual. Propone como vía para conseguirla una educación que garantice la igualdad de oportunidades para ambos sexos.
Cultivó géneros muy diferentes: ensayo, novela, cuento, libros de viajes…, demostrando que si un hombre podía vivir de su intelecto, una mujer no estaba menos capacitada para ello. Mary Wollstonecraft no permitió que nadie le negara la visión de la mujer que tenía y que creía cierta. Murió con solo 38 años, pero se hizo un hueco en la historia del pensamiento, estableciendo las bases de la igualdad entre hombres y mujeres.
“No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”. Mary Wollstonecraft
Simone de Beauvoir
Su libro El segundo sexo cumple este año 70 años. Y ahí sigue, vigente y necesario. Esta obra de la escritora y filósofa existencialista francesa Simone de Beauvoir ha nutrido a todo el feminismo que se ha hecho después, en la segunda mitad del siglo XX. Y al que se hace ahora. La biblia feminista escrita por una mujer (hay otra escrita por un hombre, La esclavitud femenina, de John Stuart Mill). «Uno de los libros decisivos del siglo XX. El largo transito de objeto a sujeto», escribía en un tuit Amelia Valcárcel el día del 111 aniversario del nacimiento de su autora. El feminismo en la historia del pensamiento no puede entenderse sin este libro de De Beauvoir. Para la filósofa, el feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad, sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, ese día el amor será para ella fuente de vida y no un peligro mortal”, dijo Simone de Beauvoir.
La conocida afirmación de la filósofa “la mujer no nace, se hace” resumía la idea de que los convencionalismos que se consideran “naturaleza propia de las mujeres” son en realidad una construcción cultural. “Esa formulación fue la base de la distinción teórica feminista entre el sexo, entendido como una realidad biológica, y el género, entendido como los significados culturales o sociales que esa realidad biológica asume en un tiempo y lugar específicos –ha dicho de ella Judith Butler–. Fue importante por muchas razones la afirmación de que no hay nada en el sexo de una mujer que determine qué tipo de trabajo debería tener, qué tipo de vida debería vivir o a quién debería amar”. Hablando con mujeres que habían cumplido los 40, De Beauvoir se dio cuenta de que todas tenían el sentimiento de haber vivido como seres relativos, siempre en función del hombre y con inferioridad de oportunidades y espacio con respecto a él. Así que la famosa cita de Beauvoir se convirtió en la declaración de independencia de las mujeres, a las que animaba a coger las riendas de su vida, a construir su propia esencia olvidándose de las reglas establecidas de lo que se espera de ellas. Para De Beauvoir, privar al ser humano del derecho a decidir sobre su propia vida por el hecho de pertenecer al sexo femenino, “el segundo sexo”, es violentarlo.
“El día que una mujer pueda no amar con su debilidad, sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, ese día el amor será para ella fuente de vida y no un peligro mortal”. Simone de Beauvoir
Victoria Camps
La filósofa Victoria Camps, catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, parece no compartir las dudas de Judith Butler sobre quien tiene/tendrá el protagonismo en este siglo XXI. Se desprende de su libro El siglo de las mujeres. En él Camps parte de la idea de que ya nadie puede detener el movimiento que supuso la mayor revolución del siglo XX. Pero a pesar de los pasos dados hacia la igualdad y de las conquistas alcanzadas, quedan todavía muchos obstáculos para que esta igualdad sea simplemente aceptable; para que sea real y total, aún más, mucho más. En opinión de Victoria Camps, para conseguirla «el feminismo tiene que dedicar mayor atención práctica a cuatro ámbitos fundamentales: la educación, el trabajo, la política y los valores éticos», escribía la filósofa Concha Roldán, directora del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en su artículo El feminismo que viene, en Revista de Libros.
«Hay que feminizar la sociedad». Se lo decía Camps en una entrevista a la publicación colombiana Semana. “Falta por conseguir igualdad en la vida privada y llegar a ocupar los puestos más importantes donde se toman decisiones. (…) Hay países que todavía están muy atrasados, hay muchas cosas que construir. Es muy difícil cambiar las costumbres, las mentalidades. (…) El feminismo de los primeros años pretendía de alguna forma masculinizar a la mujer, esa era la forma de igualarla. Hoy el feminismo dice: vamos a conservar lo que nosotras tenemos para exportarlo, para contagiarlo a la sociedad. Se puede decir que todo lo que ha sido exclusivo de la mujer durante muchos siglos debe salir afuera y la sociedad debe ser más femenina. Valores como el sentimiento de estar más cerca del otro, el saber escuchar, se consideran más desarrollados por la mujer porque su tipo de ocupación la obligaba a desarrollar esos valores. Esos valores son fundamentales, no deben desaparecer porque la mujer se libere; lo que hay que hacer es que los hombres sean más femeninos”.
«Hoy el feminismo dice: vamos a conservar lo que nosotras tenemos para exportarlo, para contagiarlo a la sociedad». Victoria Camps
Nancy Fraser: un nuevo feminismo para el 99%
“Lo que propongo es una nueva manera más amplia de entender el capitalismo, capaz de integrar las preocupaciones de feministas, antirracistas, ecologistas y demócratas”. Lo dice la filósofa y feminista estadounidense Nancy Fraser. Su lucha no es nueva, aunque su propuesta sí lo sea. En el 68 empezó a participar en las protestas por los Derechos Civiles en Estados Unidos y en el siglo XXI aboga por un feminismo para el 99%. De este movimiento hablamos a fondo en la primera parte del dosier sobre igualdad y desigualdad de este mes en FILOSOFÍA&CO y a Nancy Fraser la entrevistaremos en la parte 4 de ese dosier, que publicamos el 25 de marzo. Fraser es una de las autores del Manifiesto de un feminismo para el 99%, que acaba de publicar Herder en España. La propia Fraser lo explica así: “El feminismo para el 99% representa la alternativa al feminismo liberal, ese de ‘romper el techo de cristal’ cuyas principales beneficiarias son mujeres directivas. El feminismo para el 99% se centra en las preocupaciones de las mujeres pobres, de clase obrera y media, incluyendo las inmigrantes y las de color. Es hora de acabar con el feminismo de las élites empresariales para el que la igualdad de género significa superar la discriminación de modo que las mujeres de talento puedan llegar a lo más alto. Este feminismo ignora la dimensión estructural de la subordinación femenina en la sociedad capitalista. La reacción a esto debe ser feminista y antineoliberal o anticapitalista al mismo tiempo, por lo que nuestra reivindicación principal es subordinar los intereses de beneficio capitalistas a las necesidades sociales”.
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