Cuando Aristóteles desarrolló las ideas de su Poética, difícilmente pudo haber imaginado que el concepto de mímesis podría llegar a invadir y ocupar los territorios de la propia naturaleza. Estos dos conceptos, naturaleza y mímesis, eran concebidos por Aristóteles como términos enfrentados, en una relación de mutua dependencia, pero con una clara jerarquía en la que lo natural se elevaba por encima de lo imitado, tomándose como modelo para construir la ficción en la tragedia.
Es por esto que la idea de ficción que encontramos en la Poética de Aristóteles es de tipo realista, y es aquí donde encuentra su fundamento esa frase que tantas veces hemos oído: que la realidad supera a la ficción. Las ficciones para Aristóteles representan las cosas como podrían ser, a diferencia de la historia, que cuenta las cosas como fueron realmente.
Ahora bien, ¿es que acaso la ficción no forma parte de la realidad? ¿Hay algo que pueda salirse de lo real, entendido como el mundo o la naturaleza? Y, por otra parte, si sabemos que la potencia y la riqueza de la ficción surgen precisamente de su capacidad para imitar una realidad llena de posibilidades, ¿qué ocurriría si estas se redujeran y el mundo a imitar quedase mermado?
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