Desde la Antigüedad, la libertad ha sido una de las ideas que ha guiado a los filósofos e impulsado el devenir del pensamiento. Pero la singularidad y el horror de la historia del siglo XX supuso un vuelco en esta trayectoria, un interrogante que obligó a repensarla de nuevo. En ese partir de cero, dos figuras se alzaron con nuevas ideas y nuevo contenido para la siempre compleja idea de libertad: Isaiah Berlin y Hannah Arendt.
«Me temo que tengo que empezar protestando», responde Hannah Arendt ante la introducción que de ella hace el periodista Günter Gaus en una famosa entrevista realizada en 1964 y que se hizo viral no hace mucho. Su protesta viene porque él insiste en llamarla filósofa y ella objeta que su profesión es la teoría política, que política y filosofía se miran con hostilidad, que la tradición lastra sobremanera la relación entre ambas y que su objetivo es mirar a la política con ojos no enturbiados por la filosofía.
De Isaiah Berlin se dice a menudo que fue un historiador de las ideas, a pesar de que estudió y enseñó filosofía. Fue él mismo quien se bajó de la profesión como relataba en entrevista con Juan Cruz en el año 1992. También Berlin rectifica al periodista en este caso: «No. No me hice pensador: me dediqué a la historia de las ideas. Uno no se hace pensador; o se es pensador o no. Bien; la razón es esta: nunca fui un filósofo de primera clase».
Deja un comentario