La Silla Académica ha entrevistado a Catalina González, profesora del curso La muerte en Occidente, del Departamento de Filosofía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, en Colombia, y autora, entre otros artículos, de Camus y el argumento filosófico sobre el suicidio y de Ironía y escepticismo en ‘Sobre el suicidio’ de David Hume, a partir de los cuales tiene lugar esta entrevista. Nos habla de la cultura de la muerte en nuestras sociedades y de cómo la estamos viviendo en esta pandemia.
Por Natalia Arbeláez, editora de La Silla Académica (La Silla Vacía)
Catalina González explica las diferentes actitudes que ha habido ante la muerte y el suicidio a lo largo de la historia, y cómo el tratamiento global de esta pandemia que estamos viviendo está produciendo un retroceso en ellas.
Con el coronavirus la muerte parece deambular más que nunca por nuestras casas. Citando los estudios de Philippe Ariès y Norbert Elias sobre los cambios históricos en las actitudes frente a la muerte, usted dice que las de nuestros días son muy problemáticas. En Occidente da la impresión de que en general es una actitud muy pesimista. ¿No ha sido así siempre?
Si bien los seres humanos siempre le hemos temido a la muerte y es generalizada la idea de que morir es algo malo porque nos priva de los beneficios de la vida, antes había una mayor aceptación de la muerte. Philippe Ariés, en su libro La muerte en Occidente, cuenta que en el medievo, por ejemplo, morir se veía como un acto natural y había todo un ritual establecido para ello. El moribundo que sabía que se iba a morir porque tenía una enfermedad natural o porque tenía una herida de muerte se lo anunciaba a quienes tenía a su alrededor (a su familia o a los soldados en el campo de batalla) y, en un acto reconocimiento, se lamentaba de ello, pedía perdón por sus malas acciones, recibía la absolución de un sacerdote, y se disponía a esperar su muerte en silencio y oración. Ars Moriendi se llamaban los textos e ilustraciones pictóricas que contenían estas instrucciones para morir. Se trataba de un ritual público; los familiares, pero también amigos, vecinos, los niños estaban presentes en la agonía y fallecimiento de las personas.
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