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Número 13

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NÚMERO 13

Dosier

En busca del sentido de la vida

Frankl, Nietzsche, Zambrano, Nussbaum y otros pensadores

¿La filosofía está en crisis?

Se ha señalado que la filosofía pasa por una profunda crisis. Y que hoy no da las respuestas que exigen las nuevas realidades que vive el mundo. Es necesario ir, por tanto, hacia la redefinición y revalorización del paradigma filosófico. Esto implica que hay que abordar la realidad con una nueva visión racional para poder vislumbrar los conceptos más claramente, dado que la razón nos aclara el panorama para podernos aproximar al conocimiento.

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Se dice que la filosofía atraviesa una profunda crisis. Imagen generada con IA a través de Canva Pro.

Se dice que la filosofía atraviesa una profunda crisis. Imagen generada con IA a través de Canva Pro.

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Pensar, luego existir, como planteó Descartes, o, en otras palabras, analizar, interpretar y comprender la realidad filosófica para despejar las disgregaciones y crisis que han entorpecido la posibilidad de teorizar, reflexionar —caso de la filosofía hoy—ante las nuevas realidades en tiempos de transhumanismo. «Nunca debemos dejarnos persuadir más que por la evidencia de nuestra razón», nos dice Descartes, agregando: «… porque la razón no nos dicta que lo que vemos o imaginamos de ese modo sea verdadero, sino solamente que todas nuestras ideas o nociones deben tener algún fundamento de verdad».

Esto implica que es necesario repensar lo hasta ahora planteado, conceptualmente, por el discurso filosófico. Particularmente, porque es evidente que se debe revisar lo expuesto para reconceptualizar lo que se supone que ha sostenido a la filosofía hasta el momento. Esto nos invita, en una primera instancia, a desprendernos de ciertas cosas o ciertas ideas preconcebidas. A desaprender. O, como planteó Feyerabend, a deconstruir lo existente.

La filosofía, sin miedo a equívocos, debe ser cuestionada, reinventada, para poder encontrar nuevas soluciones a la nueva problemática que se nos plantea en la nueva sociedad; esta sociedad del siglo XXI y que se ha dado en llamar la sociedad del conocimiento (como planteó Peter Drucker) —de la era virtual— y de tiempos hipermodernos, en palabras de Lipovetsky.

Esta crisis nos indica, entonces, que es arduo el camino a andar, a transitar, ya que será necesario romper las normas comúnmente establecidas. Es necesario reevaluar y repensar lo que ha aportado la filosofía para no quedarnos en los caminos recorridos, ni caminar por una sola vereda convergente. Y habrá, ciertamente, que deconstruir, lo que no quiere decir que vamos a descartar la conceptualización existente.

De aquí la necesidad de reconocer, como plantea el filósofo Paul Feyerabend, que «hay incluso circunstancias —y ocurren más bien frecuentemente— en las que la argumentación pierde su prometedor aspecto y se transforma en un obstáculo para el progreso». Hoy pudiera ser el caso de la filosofía y que lo que hasta ahora se ha planteado está en crisis porque se está transformando en un obstáculo para su propio progreso. Por eso es necesaria una redefinición conceptual para evaluarla desde lo que hoy pudiesen ser no solo las nuevas realidades, sino sus actuales necesidades, que, de alguna manera, le están impidiendo cumplir con sus fines a cabalidad.

Es necesario repensar lo hasta ahora planteado, conceptualmente, por el discurso filosófico. Se debe revisar lo expuesto para reconceptualizar lo que se supone que ha sostenido a la filosofía hasta el momento. Esto nos invita a desprendernos de ciertas cosas o ciertas ideas preconcebidas

Sin duda es válido ahondar en este planteamiento de la crisis. O, mejor dicho, ha llegado el momento de ponerle la lupa a la filosofía y verificar si su orientación ha sido, hasta ahora, la más correcta. Eso es lo que plantea el antes citado Feyerabend. «Primeramente —nos dice— tenemos una idea, o un problema; después actuamos, es decir, hablamos o construimos o destruimos». Pienso que este es el momento de tomar a la filosofía y verificar si la destruimos para reconstruirla y hacerle frente a estas nuevas realidades que claman por nuevas ideas que nos permitan asumir el universo de la filosofía desde otras perspectivas divergentes.

Urge la necesidad, por eso, de una «nueva entidad filosófica». De ahí la propuesta de una «nueva filosofocracia». Pero no una hermandad filosófica al estilo pitagórico (como plantea Van Doren). O una sociedad política al estilo platónico, sino una comunidad transdisciplinaria para evaluar lo que ha sido hasta ahora la tarea de la filosofía, desde distintas ópticas, desde distintos puntos de vista, y que, hoy, la tiene hospedada en el gran hotel del abismo que parece insoslayable.

Una comunidad que, para salir de la crisis, a su vez permita el rescate y la redefinición de la filosofía. Es a lo que se aspira, en estos momentos, cuando se amerita de una respuesta, ante tanta incertidumbre, en un mundo cada vez más globalizado donde se habla del pensamiento como patrimonio de la humanidad. De modo que se requiere de esa «concepción de la filosofía como una actividad crítica», como señala el filósofo Márquez Cabrera en la introducción de República de Platón, pero que al mismo tiempo aporte soluciones.

Hoy, al parecer, se desvanece aquel viejo planteamiento de que el mejor texto de filosofía era el que estaba lleno de preguntas más que de respuestas. Así, esta propuesta se revierte, dado que es necesario tener más respuestas y menos preguntas ante tanta incertidumbre, lo que implica que ya no es suficiente la contemplación, que estos son otros tiempos, pues, en un mundo sin fronteras, producto de la globalización, como nuevo orden mundial, estos están llamados a ser los tiempos de la acción, de la praxis: tiempos del verbo y no del sustantivo.

Y eso tendrá que ser esta «nueva filosofocracia»: una comunidad que ya no se conforme con la teorización, la reflexión, como único norte, sino una estoa de acción apuntando hacia el repensar y la reconstrucción de un nuevo horizonte que puja por emerger plagado de nuevos amaneceres y nuevas identidades.

Rescatar la filosofía de la crisis, repensarla y reconstruirla, entonces, no es otra cosa que ofrecer un abanico de esperanzas como la antorcha que despeje el caos cósmico que nos ahoga en esta mal llamada era virtual que no es otra cosa que la era de la deshumanización clamando por un neohumanismo ante la concepción transhumana. Y esto significa un respeto por el otro, esa otredad, que no es más que el viejo esquema de la tolerancia (nos resuena Voltaire). Tolerancia que se hace cada vez más indispensable en un mundo donde la vida ya no vale nada. Y donde el llamado, en estos tiempos de oscurantismo, es exclusivamente para la filosofía, insistimos, como una actividad viva y crítica.

Referencias

Descartes D., Discurso del método (Barcelona: Orbis, 1984).

Drucker, P., La sociedad poscapitalista (Barcelona: Norma, 1995).

Feyerabend, P., Contra el método (Barcelona: Orbis, 1984).

Lipovetsky, G. – Sebastien, C., Los tiempos modernos (Barcelona: Anagrama, 2006).

Platón, República (Madrid: Edimat Libros, 2003).

Uslar Pietri, A., Vista desde un punto (Caracas: Monte Ávila, 1971).

Van Doren, C., Breve historia del saber (Barcelona: Planeta, 2006).

Voltaire, Tratado sobre la tolerancia (Madrid: Austral, 2007).

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