Para muchos artistas, el relato era un género inferior que no podía competir con el gran prestigio y tradición de las novelas. A pesar de esto, el americano Edgar Allan Poe decide expresar su voz literaria a través de este género. Una de las principales razones tenía que ver no tanto con la posibilidad de experimentación, sino con su obsesión con la unidad de impresión, lo cual explica que Poe solo escribiese una novela a lo largo de su vida.
A pesar de ser un maestro en el arte literario de lo caótico, como escritor, su proceso creativo se caracterizaba por el detalle y la minuciosidad. Tanta importancia tenía esto para el autor que en el año 1846 escribe Filosofía de la composición, un breve ensayo donde intenta explicar el modo de creación de un poema, empleando como ejemplo la composición de su conocido El cuervo. A través de este escrito, Edgar Allan Poe nos abre una ventana a su proceso creativo, un proceso en el que la matemática y el estudio al detalle de los elementos están presentes.
«Ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar; y que aquella avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático».
Con este ensayo, Edgar Allan Poe busca la desmitificación del proceso de composición, que, envuelto en un halo de cierto misterio, a menudo se vinculaba a momentos de pasión o arrebatos. La comparación entre la composición y los problemas matemáticos deja entrever el rigor, precisión y premeditación realmente requeridos a la hora de configurar cada historia.
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