El miedo ha existido siempre: es una emoción universal, pero también intemporal. Lo conocían los que salían a cazar mamuts o se refugiaban para ponerse a salvo de tormentas inclementes y los griegos y romanos, que lo incluyeron en sus nóminas de dioses a la espera de dominarlos un poco y conseguir sus favores. Por ahí andaban los filósofos, quienes a lo largo de la historia han ofrecido sus reflexiones y sus posibles respuestas no para resolver lo irresoluble, sino para que sigamos en el siglo XXI preguntándonos por él.
Se cuenta como la primera aparición estelar del miedo en la cultura occidental la de Fobos, en la Iliada. Es hijo del dios de la guerra, Ares, y de Afrodita, y junto con su hermano Deimo acompaña a su padre en las batallas. Ambos tienen la particularidad de poner en fuga a todo aquel ante el que se presenten (de hecho, en algunas traducciones Fobos se ha traducido como Fuga, directamente, aunque Fuga es el correlato romano de Deimos). Con esta primera intervención se asienta una de las grandes dicotomías: dar miedo frente a tener miedo. Y esto no ha hecho más que empezar, que aún no han aparecido los filósofos propiamente dichos.
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