Ernesto Castro piensa el mundo. Es uno de los filósofos más prometedores de la generación millennial (nació en 1990, en Madrid, España). Profesor en la Universidad de Zaragoza, es conocido como uno de los divulgadores más originales y activos de la filosofía en nuestros días. Acaba de publicar un conjunto de ensayos en el que, a través de la autoetiqueta de «metaindignado», trata diversos temas que tienen como telón de fondo la ética, la estética y la política… que no siempre tienen que estar de acuerdo.
Afortunadamente, los muros universitarios de la Academia ya no son un impedimento, ni el límite natural, para que la filosofía pueda llegar a todo tipo de público interesado en la historia del pensamiento. Un pensamiento activo y comprometido que reclama, más que nunca e igualmente, una acción comprometida.
Ernesto Castro, doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, ha publicado ya diversos libros y gestiona un canal de YouTube con más de cuarenta mil suscriptores donde sube sus propias clases, conferencias y entrevistas con distintos personajes como Íñigo Errejón, Bad Gyal o Yung Beef. Desde su juventud y cierto espíritu rebelde, entendido en el mejor de los sentidos (como empuje para pensar, desde la disidencia, nuestras categorías más asentadas), y sin dejar de atender nunca el rigor propio de la filosofía, publica en Arpa Editorial Ética, estética y política. Ensayos (y errores) de un metaindignado.
«Soy, lo quiera o no, un youtuber», escribe en el prólogo del volumen. Y lo es a mucha honra, lo que no quita, en absoluto, que Castro sea uno de los intelectuales más jóvenes de España y del mundo hispanohablante. Y es que, asegura, es necesario explotar las nuevas tecnologías para poder hacer frente a los problemas de nuestro tiempo: «A nadie se le escapa que YouTube es la nueva imprenta, que la lectura de libros en formato códice cumple cada día un papel más residual en la formación y el entretenimiento de los habitantes del siglo XXI», porque, apunta, «leer no es lo nuestro».
Desde su juventud y cierto espíritu rebelde, desde la disidencia, sin dejar de atender nunca el rigor de la filosofía, Ernesto Castro es uno de los intelectuales más jóvenes de España y del mundo hispanohablante
La inutilidad de la filosofía
Se esté o no de acuerdo con estas afirmaciones, lo cierto es que Ernesto Castro ha conseguido arremolinar en torno suyo a miles de seguidores a quienes ha enganchado a la filosofía. Empresa nada sencilla si tenemos en cuenta que, generalmente, la filosofía es precisamente una de las asignaturas consideradas «menos útiles» de cuantas engrosan el canon académico, tanto en la enseñanza secundaria como universitaria. Pero es precisamente esta «actividad improductiva», como el mismo autor la cataloga, lo que hace de la filosofía un bien intelectual sin parangón al que recurrir una y otra vez en busca de herramientas con las que pensar los desafíos de nuestro presente.
El libro se inicia con toda una declaración de intenciones. Justamente porque Ernesto Castro comenzó su carrera, antes incluso de concluir sus estudios universitarios, como freelance, realizando varios encargos intelectuales y audiovisuales sin recibir una remuneración económica a cambio, se pregunta si existe la precariedad en el «mundillo del arte» —y de la cultura en general—. Y no solo eso: si, además, estas disciplinas «culturales» tienen cabida en la sociedad contemporánea. Castro concluye, como ya hizo Hegel, que «las bellas artes son una cosa del pasado», a la vista de las desesperanzadoras cifras de paro entre los graduados en Bellas Artes e Historia del Arte, con más del 50 % de desempleo entre ellos (números de 2010 que hacen presagiar que a día de hoy sean aún menos halagüeños). Castro no se muerde la lengua: «Es vergonzoso que más de la mitad de una generación de licenciados carezcan de Seguridad Social, pero más vergonzosos son los puestos de trabajo que encuentran los ‘afortunados’ de mi generación».
Alude Castro a la precarización, en el mismo sentido en que lo hace Guy Standing, como «la adaptación de las expectativas vitales a un empleo mudable para el cual uno está más formado de lo necesario». Un problema en absoluto coyuntural, sino ya endémico, que se ha convertido en una de las mayores lacras de nuestra contemporaneidad. Esto hace que Ernesto Castro se dirija sin tapujos a las nuevas generaciones de este modo: «Si queréis encontrar trabajo, no os matriculéis en la universidad». Un asunto que, más que nunca, está en el candelero, cuando numerosas son las universidades privadas que ofrecen no solo un corpus teórico, sino también y sobre todo práctico (de aptitudes y capacidades) para desenvolverse en el complejo mundo laboral. ¿Está en peligro el modelo tradicional de universidad? Quizá.
Es la «actividad improductiva», como Castro la cataloga, lo que hace de la filosofía un bien intelectual al que recurrir una y otra vez en busca de herramientas con las que pensar los desafíos de nuestro presente
Novela de aprendizaje
Este libro de Castro reúne su trayectoria intelectual y vital (desde sus curiosos encontronazos con la policía —y las correspondientes multas— hasta su lucha por obtener un puesto en la universidad y su aventura, a veces desagradables, en las redes sociales), un libro que, de alguna manera, se puede catalogar como una novela de aprendizaje que reúne diversos artilugios intelectuales para entender los debates sobre el feminismo, el 15M o el 23F, el antiespecismo, la pornografía o el marxismo. La poeta Luna Miguel ha dicho del libro que se trata de una «suerte de novela muy rítmica sobre la precariedad de quienes fuimos jóvenes en la década de 2010; o una conferencia muy larga sobre las contradicciones morales de nuestra generación; o incluso un simple golpe seco, con la palma de la mano bien abierta, contra el rostro de quien abre sus páginas».
La figura de Ernesto Castro cobra importancia por su dulce desvergüenza a la hora de hacer frente a las problemáticas que encara la juventud en un mundo que se mueve en coordenadas esquizoides, en las que la protesta se puede convertir en reaccionarismo y el reaccionarismo en revolución, en un universo conceptual nada claro donde las fronteras conceptuales se hacen difíciles de delimitar. Un volumen confeccionado por artículos y ensayos que el autor ha compuesto en los últimos tiempos, en una década, declara Castro, «muy tormentosa y fluctuante para mí, y así son también los ensayos que aquí se contienen: peleones», todo bajo la rúbrica de dos preguntas: qué cabe esperar y quién hubiera pensado que íbamos a acabar así, a la luz de una estrategia argumentativa consistente en «discriminar entre distintos campos de valores potencialmente antagónicos», y en «afirmar que la ética, la estética y la política no tienen por qué estar siempre de acuerdo».
Deja un comentario