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F+ ¿Cómo entiende la belleza Eugenio Trías?

A diferencia de las concepciones clásicas, Eugenio Trías vincula la experiencia de la belleza con lo siniestro. Lejos de ser categorías opuestas, lo siniestro constituye la condición misma de lo bello: lo siniestro es aquello que debe permanecer presente pero velado.

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Diseño realizado a partir de la fotografía de Eugenio Trías cedida por su familia.

Diseño realizado a partir de la fotografía de Eugenio Trías cedida por su familia.

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La metafísica no está de moda. Y menos después de tantos anuncios sobre su disolución. La filosofía de Eugenio Trías (Barcelona, 1942-2013) es por esto llamativa, por ser una propuesta metafísica original. Su denominada «filosofía del límite» ha servido para reexaminar diversas disciplinas, desde la ética hasta la religión, pasando por una de sus contribuciones más brillantes: la estética.

En la estética, Trías reformula radicalmente la comprensión tradicional de la belleza, situándola en un espacio fronterizo donde lo visible y lo oculto, lo luminoso y lo siniestro, bailan en un equilibrio delicado, pero del que no pueden huir. Su obra Lo bello y lo siniestro, publicada en 1982, fue galardonada con el Premio Nacional de Ensayo de España y constituye un hito importante en la reflexión estética, ofreciendo claves para comprender cómo la experiencia de la belleza no puede desligarse de aquello que, paradójicamente, parece negarla. Vamos a verlo.

La experiencia estética como experiencia límite

En la filosofía de Eugenio Trías, la experiencia estética es la experiencia de amor a la belleza, la experiencia erótica hacia la belleza. Esta experiencia se da como uno de los ejemplos de «experiencia límite», en la medida en que en esta experiencia el ser humano (que es finito) transita un cerco, el de la belleza, que linda con la infinitud o con la trascendencia. Esta forma de ver la experiencia estética como experiencia límite responde a la arquitectura ontológica que Trías despliega en su obra, donde el ser humano habita esencialmente en una frontera, en un espacio intermedio que no es pura inmanencia ni pura trascendencia.

Para entender esta idea es fundamental comprender la estructura tripartita que Trías propone como modelo del ser. Por un lado, dice Trías, existe el cerco del aparecer, donde está el mundo de lo manifiesto, el mundo de lo que se nos presenta cotidianamente, el ámbito de los fenómenos que podemos percibir y conocer. Por otro lado, tenemos también el cerco hermético, donde permanece lo absolutamente oculto, el misterio radical, aquello que permanece inaccesible a nuestra experiencia directa, lo trascendente.

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