Pensar ahora en la muerte es necesario. No hablamos de la necesidad como una recomendación urgente, sino como lo opuesto a la contingencia, porque pensar ahora en la muerte es ya inevitable. Con una cifra de muertos que solo en España hasta hoy se acerca a los 18.800 y un bombardeo mediático brutal —del que difícilmente es posible apartar la mirada aunque sea un rato—, la amenaza de muerte invade todos los espacios y absorbe el tiempo omnímodamente. Sin embargo, en este oscuro escenario hay algo rescatable.
Por Miguel Antón Moreno
Existe en este momento una estrecha correspondencia entre la manera en que se nos presenta la muerte y uno de los rasgos fundamentales de la filosofía. Se oyen demasiadas veces lemas o eslóganes como «la filosofía es ahora necesaria», o «la filosofía es más necesaria que nunca», pero estas afirmaciones casi siempre bienintencionadas pueden conducir a error, porque dan a entender que hay momentos en los que la filosofía es algo prescindible. Entendida en su sentido amplio la filosofía es necesaria, como lo es ahora la idea de muerte, porque no es contingente, porque todo ser humano tiene un esquema y una interpretación del mundo. Como ya se ha dicho, la alternativa a no leer filosofía no es no tenerla, sino estar condenado a tener una mala.
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