La constatación de un vacío
Es común en los planes de estudio —o al menos así lo ha sido durante décadas— estudiar la historia de la filosofía con un enorme vacío en su interior. Se estudia la filosofía griega, por supuesto, donde se destacan las grandes aportaciones de Sócrates, Platón y Aristóteles; después, se habla de los neoplatónicos y de las diversas escuelas griegas (estoica, epicúrea…). Normalmente, de ahí se da el salto a los Padres de la Iglesia con el objetivo de estudiar la recepción cristiana de esta filosofía griega. El culmen de esta recepción se coloca en el platonismo de Agustín de Hipona, que suele acompañarse de la recepción aristotélica de Tomás de Aquino.
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