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Flora Tristán: la filósofa que viaja hacia la revolución

La adversidad fue una constante en su vida. La filósofa francoperuana vivió una época de convulsión social, agotamiento del poder colonial del Estado francés y emergencia del capitalismo. Se enfrentó a la subordinación de la mujer y de los trabajadores, poniendo las bases de lo que posteriormente fueron el feminismo socialista y el socialismo utópico.

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Flora Tristán. Imagen de dominio público universal, extraída de PICRYL y editada con elementos de Canva pro.

Flora Tristán. Imagen de dominio público universal, extraída de PICRYL y editada con elementos de Canva pro.

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La violencia patriarcal, la persecución política, la pobreza y la miseria acosaron la vida de Flora Tristán (1803-1844). Desheredada por su familia, perseguida por su marido y sometida al doble yugo del patriarcado y el capitalismo, Tristán convirtió el dolor de su vida en impulso para transformar el mundo. Un impulso que plasmó en sus libros y su actividad política y que serviría de inspiración para el pensamiento posterior.

La opresión de la mujer, la emancipación de la clase obrera y el internacionalismo proletario fueron algunos de los temas clave que abordó en su obra. Planteó, antes de la publicación de El manifiesto comunista de Marx y Engels, la necesidad de la unión entre los trabajadores contra el capitalismo, y dedicó los últimos años de su vida a organizar a la clase trabajadora francesa.

Una juventud atravesada por el padecimiento y la pobreza

La vida de Flora Tristán fue corta pero intensa. Nacida en París, Tristán era hija de un criollo peruano llamado Mariano Tristán y Moscoso y de una mujer francesa, de nombre Anne-Pierre Laisnay, que provenía de una familia burguesa exiliada en España tras la Revolución francesa de 1789.

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Los primeros años de su vida fueron de prosperidad económica gracias a la fortuna de su padre. Mariano Tristán y Moscoso era un noble peruano, coronel del Reino de España y representante en París de la Corona española. Por este motivo, por la casa de Tristán pasaban figuras políticas del más alto rango.

El matrimonio de sus padres era religioso, pero no tenía validez legal. Por ese motivo, la familia fue desheredada cuando muere el padre de Flora Tristán en 1808. A ojos de la ley, la joven era considerada como hija natural no legítima. Una lacra que la acompañó toda su vida y que esto, su condición social, fue el motivo por el cual, cuando se enamoró de un chico, sus padres no la aceptaron..

En el momento de morir su padre, la prosperidad se convierte en padecimientos económicos y la familia pasa a depender del hermano de su madre. La familia se traslada a un barrio obrero de París donde conoce la miseria de primera mano. Esta primera experiencia con la pobreza marcará de por vida la sensibilidad de la joven.

El matrimonio de los padres de Flora Tristán no tenía validez legal, motivo por el cual fue desheredada cuando muere su padre. La familia se traslada a un barrio obrero de París donde conoce la miseria de primera mano

La herencia familiar pasa a manos del hermano de Mariano Tristán: Juan Pío Tristán y Moscoso. El tío de la niña era un militar peruano perteneciente a la oligarquía gobernante en la región que llegó a ser virrey de Perú, siendo el último representante de España en la colonia.

Con 17 años, Flora Tristán comienza a trabajar como obrera en un taller de litografía dirigido por un hombre llamado André Chazal. Este hombre la perseguirá en todos los sentidos durante el resto de su vida. En 1821, antes de cumplir 18 años, es obligada por su madre a contraer matrimonio con Chazal.

Con el matrimonio, su madre pretendía que la familia saliera de las condiciones de miseria. Sin embargo, para la joven, el matrimonio es percibido como una condena. En su libro de 1838 Reflexiones de una paria, se refiere así a este episodio:

«Mi madre me obligó a casarme con un hombre al que yo no podía ni amar ni apreciar. A esa unión debo todos mis males; pero como después mi madre no dejó de manifestarme su más vivo pesar, la perdoné».

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Una primera edición de Peregrinaciones de una paria, de Flora Tristán. Imagen extraída de la Bibliothèque nationale de France.

El matrimonio estuvo marcado por la violencia por parte de Chazal. Durante los primeros años de matrimonio, comenzaron las agresiones por parte de su marido, que la maltrataba física y emocionalmente.

Antes de cumplir los 19 años, nació su primer hijo, Alexandre. Su embarazo transcurrió, según narró más tarde, en una profunda depresión que solo podía combatir a través de la lectura. En ella encontró una cierta liberación y un lugar de refugio frente a la violencia sufrida.

Hasta 1825 tiene dos hijos más: Ernesto y Alina. Durante su tercer embarazo «solo desea una cosa: escapar del hombre que tiene poder absoluto sobre ella», según cuenta su biógrafa Evelyne Bloch-Dano1. Flora Tristán decide huir con sus hijos y separarse así de su marido, el cual le obliga incluso a prostituirse. En este momento, la joven tiene 22 años.

Desde el año 1826, Flora Tristán consigue trabajo como «señorita de compañía» y en el servicio doméstico. Durante este periodo, sus hijos quedan al cargo de su abuela. Pocos años más tarde, la joven recibirá un duro golpe con la muerte de su hijo mayor, Alexandre, que tenía solo 8 años.

El marido de Flora Tristán vuelve a su vida en 1832. Comienza un pleito judicial por la custodia de sus hijos y logra hacerse con la de su hijo varón, Ernest, mientras Aline se queda con su madre, llegando a acompañarla en alguno de sus viajes.

Pese a que el pleito pone punto y final a la relación entre ambos, Tristán decide alejarse de él, marcharse de París y comenzar una vida errante como «paria», condición que reclama para sí el resto de su vida. Comienza así un momento para ella como mujer que viaja sola por el mundo.

Tal y como señala la historiadora Josefina Martínez en Revolucionarias, un libro que recopila la vida y obra de autoras como Louise Michel, Eleanor Marx, Clara Zetkin, Angela Davis o la propia Tristán, «una fuerte pulsión por la libertad la llevó a atravesar océanos, cruzar los Andes, compartir tertulias con socialistas utópicos y dedicar los últimos años de su vida a la organización de la clase trabajadora en Francia».

Tras un pleito que pone punto y final a la relación entre Flora Tristán y André Chazal, ella decide marcharse de París y comenzar una vida errante como «paria», condición que reclama para sí el resto de su vida

Los primeros viajes de Flora Tristán

En 1833, Flora Tristán se embarca rumbo a Perú, en un navío en el que va rodeada de hombres. La joven en este viaje va en búsqueda de su identidad, como escribe Martínez: «Flora espera encontrar en su familia americana —que forma parte de la oligarquía peruana— el reconocimiento y el dinero que no tiene en París».

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Revolucionarias, de Josefina L. Martínez (Lengua de trapo).

Se trataba de un trayecto de cinco meses de viaje a través del Atlántico en el que la escritora trata de reclamar un dinero con el que se acabarían sus padecimientos económicos. La estancia en Perú, que duró veinte meses, serviría de inspiración para el libro Peregrinaciones de una paria, publicado en 1838.

Aunque nunca antes había pisado territorio peruano, el viaje era para la joven escritora una especie de regreso al hogar. Escribe más tarde: «Nací en Francia, pero soy del país de mi padre». Por este motivo, ha sido considerada una de las primeras escritoras latinoamericanas y peruanas en particular que ofrece una mirada crítica de la sociedad europea, que hasta entonces se consideraba un contexto de libertad y prosperidad.

Su paso por Perú le permite conocer otro tipo de pobreza, que la conmocionará. El país acaba de salir del yugo del colonialismo español, pero continúa con un régimen que somete a la esclavitud a una parte de la población.

Con su tío, vivió entre la oligarquía reaccionaria que gobernaba el país: los criollos blancos de origen español que mantenían sometida a la población indígena, negra o mestiza, la cual constituía más de la mitad de la población. Le impacta particularmente la situación de las mujeres esclavas que, por ejemplo, se ven obligadas a dejar morir a sus hijos retirándoles la leche materna.

En la ciudad de Arequipa comenzó un proceso para reclamar su herencia paterna. Este proceso, tal y como escribirá más tarde, fue muy duro para ella y la llevó a otro periodo depresivo en el que llegó a plantearse la posibilidad de suicidarse. Finalmente, logra que su tío le conceda una pensión mensual, aunque no su herencia completa.

En este periodo, Flora Tristán comienza su labor periodística, registrando todo lo que ve en el viaje y volviendo a Europa como reportera. Reportera porque documenta el mundo desde fuera, desde su condición de «paria». Flora Tristán ha pasado ya mucho tiempo en los márgenes como para saber que ni la ley ni los hombres van a permitirle integrarse exitosamente en la sociedad. Escribe que la mujer separada «no es, en esta sociedad que se vanagloria de su civilización, sino una desgraciada paria a la que se cree hacer un favor cuando no se la insulta».

En Perú comienza un proceso muy duro para reclamar su herencia paterna, que la lleva a otro periodo depresivo en el que llega a plantearse la posibilidad de suicidarse. Finalmente, logra que su tío le conceda una pensión mensual, aunque no su herencia completa

Regreso a Europa

En 1835, Tristán regresa a Francia, más adulta y con convencimiento político. Comienza a escribir sobre las leyes represivas, la situación de las mujeres y el socialismo. Lleva años carteándose con intelectuales como Fourier, el socialista utópico.

Es muy crítica con las leyes y códigos de su tiempo, que imponían a las mujeres casadas el estatuto de menores de edad, sometiéndolas a la autoridad de sus maridos. El adulterio es perseguido y la violación en el lecho conyugal, obligada, tal y como señalan Ana de Miguel y Rosalía Romero en el estudio introductorio de su antología, Flora Tristán: feminismo y socialismo.

En 1838 publica Peregrinaciones de una paria. En este libro empieza a desarrollar su visión feminista y realiza una crítica a la oligarquía criolla peruana y sus tradiciones, motivo por el cual se produjeron quemas de su libro en las ciudades de Lima y Arequipa. También por ello, su tío le retiró la renta que había negociado con ella.

Durante estos años, vuelve a hacer frente a la persecución de André Chazal. El hombre trata de violar a su hija Aline y de asesinar a Flora Tristán en 1838, disparándola en plena calle tras meses de planificar el crimen espiando a la joven desde un bar en frente de su casa.

En el juicio se citaron pasajes de su libro Peregrinaciones de una paria para tratar de acusarla de inmoralidad. Finalmente, consiguió la separación legal de su marido y el intento de asesinato la hace cobrar cierta notoriedad en prensa, dando más visibilidad a sus escritos. Chazal termina siendo condenado a trabajos forzosos. Flora Tristán escribe en este momento: «Por fin soy libre».

En 1838 publica Peregrinaciones de una paria. En este libro empieza a desarrollar su visión feminista y realiza una crítica a la oligarquía criolla peruana y sus tradiciones, motivo por el cual se produjeron quemas de su libro en las ciudades de Lima y Arequipa

Su visión del capitalismo y el anticipo de la revolución

Como «reportera de la miseria» abogó por la abolición de la esclavitud y el trabajo infrahumano que realizaban sobre todo mujeres y niños en las fábricas. Opinaba que esta explotación podía llegar a ser peor que la esclavitud.

Ya en su juventud había conocido la extrema pobreza y el drama humano que se vivía en París. Como cuentan Romero y de Miguel, hasta 1820 el índice de mortalidad infantil era de más del 30%. Muchas de las muertes se producían en el trabajo, al que los niños eran sometidos desde pequeños.

En 1939, Flora Tristán viaja a Londres, viaje que inspiraría su libro de 1840, Paseos por Londres. Antes de este viaje, la escritora había viajado varias veces entre 1826 y 1831 en su tiempo de dama de compañía de una familia inglesa y al regreso de su viaje a Perú en 1834.

En Inglaterra, le impacta la situación social y la desigualdad entre la vida de las élites económicas y la miseria de la clase trabajadora. Este viaje termina de afianzar su compromiso político y su visión transformadora de la realidad, que también plasmó en su libro La unión obrera, publicado en 1843. Desde su vuelta de Inglaterra, en 1939, se dedicaría casi en exclusiva a la organización del proletariado francés.

Como «reportera de la miseria» abogó por la abolición de la esclavitud y el trabajo infrahumano que realizaban sobre todo mujeres y niños en las fábricas. Opinaba que esta explotación podía llegar a ser peor que la esclavitud

En La unión obrera, Flora Tristán ya no solo documenta la miseria como una periodista, sino que hace una propuesta política. En este libro, aboga por la solidaridad entre los trabajadores y su unión en la lucha contra el sistema que los oprime. Señala, además, que la emancipación de la clase trabajadora va necesariamente de la mano de la emancipación de la mujer.

Acuña la famosa consigna «Proletarios del mundo, uníos», que recogerán Marx y Engels en El manifiesto comunista y que resume el espíritu internacionalista del pensamiento comunista. Además, en el libro de La sagrada familia de estos dos autores se la defenderá explícitamente como feminista comunista.

Tras la publicación de esta obra, comienza una gira por Francia para dar a conocer su pensamiento y se imprimen decenas de miles de copias de su libro. Recorre más de veinte ciudades, participa en todo tipo de actos y entra en contacto con los trabajadores.

A partir de septiembre de 1844 se ve obligada a guardar cama, víctima del cansancio. Es diagnosticada de tifus y el 14 de noviembre de 1844, con 41 años, muere rodeada de amigas y admiradores. Los trabajadores con los que discutió los meses previos le construyeron un monumento.

Pese a no vivir los grandes eventos de la lucha de clases del siglo, como la revolución de 1848 o la Comuna de París, su pensamiento fue un verdadero viaje hacia la revolución, y anticipó el pensamiento emancipatorio posterior. Desde su muerte, son cientos las agrupaciones, locales e instituciones socialistas de todo tipo y por todo el mundo que llevan su nombre y recuerdan su legado.

En las notas que escribió en mitad de su gira por Francia se puede leer algo que es casi una premonición:

«¡Oh! Qué desdichado es el que nace, vive y muere en la misma situación y posición. Desde esta perspectiva yo soy muy privilegiada. ¡Qué vida fue jamás tan variada como la mía! Además, en estos 40 años, ¡cuántos siglos he vivido!».

Doscientos años más tarde, Flora Tristán sigue viviendo en el corazón de cada socialista.

En las notas de Flora Tristán se puede leer: «¡Oh! Qué desdichado es el que nace, vive y muere en la misma situación y posición. Desde esta perspectiva yo soy muy privilegiada. ¡Qué vida fue jamás tan variada como la mía! Además, en estos 40 años, ¡cuántos siglos he vivido!»

Su legado como feminista

Sin duda, su pensamiento como precursora del feminismo moderno es lo que más populariza a Flora Tristán. La filósofa se conmovía con la realidad que veía y era capaz de empatizar con los más pobres entre los pobres. Hizo mucho hincapié en la denuncia de la pobreza, la desigualdad, la violencia en los prostíbulos, la situación en las prisiones y la subordinación de las mujeres.

La revolución democrática de 1789 había sido un hito en la consecución de derechos, pero era insuficiente. No solo le había abierto la puerta a un régimen de explotación que continuaba subordinando a grandes mayorías sociales a la subalternidad y la miseria, sino que incluso dentro de las clases menos precarias, la mujer era consideraba una ciudadana de segunda.

Las continuas agresiones a las que la sometía su marido eran amparadas por una legalidad que Tristán no dejó de criticar. El Código napoleónico de 1804 establecía para las mujeres un régimen de absoluta subordinación según el cual las mujeres casadas no podían firmar documentos, su palabra no era legalmente consideraba, perdían su apellido y debían obediencia a sus maridos.

Las mujeres no podían defenderse en los tribunales sin la firma de su cónyuge y, a partir de 1810, el adulterio fue considerado como un delito con el que se perseguía especialmente a la mujer, que le debía un «deber conyugal» al marido en forma de obediencia. El divorcio había sido prohibido en 1816 y las violaciones dentro del seno de un matrimonio eran permitidas, siendo imposible escapar a la violencia del marido.

La revolución de 1789 era insuficiente. Le había abierto la puerta a un régimen de explotación que continuaba subordinando a grandes mayorías a la subalternidad y la miseria y dentro de las clases menos precarias, la mujer era consideraba una ciudadana de segunda

Flora Tristán habló, como lo hicieron los ilustrados, del papel de la educación en la configuración de los ciudadanos. Para ella, si las mujeres pudieran acceder a la educación, se acabaría una parte importante de su subyugación (y aquí ataca directamente a Rousseau, para el cual las mujeres debían ser educadas solo como madres y personas sumisas). Pero al mismo tiempo, advierte que es esencial atacar al orden capitalista para que las mujeres se emancipen. Por esto, es una filósofa de transición entre el feminismo ilustrado y el feminismo de clase.

En La unión obrera habló sobre «los últimos esclavos que todavía quedan en la sociedad francesa», las mujeres. Las «proletarias de los proletarios» que deben emanciparse para que los valores de la revolución estén cumplidos.

Referencias

1 Cita extraída de Martínez, J., (2018). Revolucionarias. Lengua de Trapo. Un extracto está disponible en la revista CTXT.

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Una respuesta

  1. Avatar de Marco Paz Ugaz
    Marco Paz Ugaz

    Una mujer fuera de su tiempo, anunciadora de líneas de libertad, sobre todo, para las mujeres. La mujer digna y honesta es la que se necesita porque siembra valor, humanismo, esperanza y esfuerzo en las nuevas generaciones, sobre todo, en las mujeres y niños. Profetiza un mañana duro para su amanecer, pero necesitado de renovación y humanización para que tenga valor vivirlo.

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