Muertos por una bomba o un tiro, decapitados, mutilados, ahogados, desplazados, desnutridos. Las imágenes del horror nos incomodan y nos ponen en un compromiso. ¿Es esa su función? ¿Qué relaciones se establecen entre los protagonistas, los actores y los espectadores? Las preguntas y las posibles respuestas articulan uno de los temas vertebrales de la modernidad.
Por Pilar Gómez Rodríguez
En el origen de esta reflexión, por un lado, el libro En el instante preciso, las memorias de la fotoperiodista y premio Pulitzer Lynsey Addario. Por otro, las frases en forma de tuits que como puñales lanzados contra el espectador acompañan las imágenes de refugiados y desplazados que Gema Ibáñez Morcillo, directora de Comunicación de Cruz Roja Española en Castilla-La Mancha y miembro de la Unidad de Comunicación en Emergencias de Cruz Roja Española, sube a la cuenta @gemaimorcillo. O los tuits-denuncia del periodista y trabajador humanitario, como él mismo se define en Twitter, Miguel A. Rodríguez, @Marodriguez1971, que golpea conciencias sin cesar.
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