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Dosier — Byung-Chul Han

F+ La crisis de la libertad según Han

En «Psicopolítica», el filósofo Byung-Chul Han dirige su mirada crítica hacia las nuevas técnicas de poder del capitalismo neoliberal. Estas convierten la mente en la mayor fuerza de producción. La psicopolítica es, según Han, el sistema de dominación que, en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor e inteligente para conseguir que los seres humanos nos sometamos a nosotros mismos, es decir, que seamos nuestros propios esclavos. Y esto, sin ser conscientes de que estamos sometidos, creyéndonos libres.

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Que el capitalismo no es solo un sistema económico significa que también moldea los cuerpos (las ideas, los pensamientos, nuestros discursos) que lo habitan. En «Psicopolítica», el filósofo Byung-Chul Han ahonda en esta cuestión. Diseño realizado a partir de la fotografía del filósofo surcoreano Byung-Chul Han realizada por Isabella Gresser y los elementos de collage de Freepiks (CC.).

Que el capitalismo no es solo un sistema económico significa que también moldea los cuerpos (las ideas, los pensamientos, nuestros discursos) que lo habitan. En «Psicopolítica», el filósofo Byung-Chul Han ahonda en esta cuestión. Diseño realizado a partir de la fotografía del filósofo surcoreano Byung-Chul Han realizada por Isabella Gresser y los elementos de collage de Freepiks (CC.).

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Contenido de esta parte del dosier, inicio del libro «Psicopolítica»

La explotación de la libertad

FILOSOFÍA&CO - psicopolitica han
Psicopolítica, de Byung-Chul Han (Herder).

La libertad ha sido un episodio. «Episodio» significa «entreacto». La sensación de libertad se ubica en el tránsito de una forma de vida a otra, hasta que finalmente se muestra como una forma de coacción. Así, a la liberación sigue una nueva sumisión. Este es el destino del sujeto, que literalmente significa «estar sometido».

Hoy creemos que no somos un sujeto sometido, sino un proyecto libre que constantemente se replantea y se reinventa. Este tránsito del sujeto al proyecto va acompañado de la sensación de libertad. Pues bien, el propio proyecto se muestra como una figura de coacción, incluso como una forma eficiente de subjetivación y de sometimiento. El yo como proyecto, que cree haberse liberado de las coacciones externas y de las coerciones ajenas, se somete a coacciones internas y a coerciones propias en forma de una coacción al rendimiento y la optimización.

Vivimos una fase histórica especial en la que la libertad misma da lugar a coacciones. La libertad del poder hacer genera incluso más coacciones que el disciplinario deber. El deber tiene un límite. El poder hacer, por el contrario, no tiene ninguno. Es por ello por lo que la coacción que proviene del poder hacer es ilimitada. Nos encontramos, por tanto, en una situación paradójica. La libertad es la contrafigura de la coacción. La libertad, que ha de ser lo contrario de la coacción, genera coacciones. Enfermedades como la depresión y el síndrome de burnout son la expresión de una crisis profunda de la libertad. Son un signo patológico de que hoy la libertad se convierte, por diferentes vías, en coacción.

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