Teano de Crotona: armonía con el número

Fue una de las pitagóricas más eminentes de su época (ca. 550 a.C.), nacida en la ciudad de Crotona (al sur de Italia). Fue una de las discípulas más destacadas del propio Pitágoras, quien, con el tiempo, se convertiría en su marido; juntos tuvieron cinco hijos. Como explica Ingeborg Gleichauf en su libro Mujeres filósofas en la historia, «Teano era partidaria de una forma de vida que tiene como lema la medida y la prudencia. La finalidad de su filosofía es entender mejor al alma, que es inmortal y se reencarna después de la muerte», mientras que el cuerpo, por su parte, es una suerte de prisión para el alma. A su juicio, no encontramos nada aislado en el mundo, todo está relacionado con todo. Siguiendo a su maestro, pensaba que el elemento unificador de la naturaleza era el número. En Sobre la piedad, la filósofa escribía: «Pitágoras no dijo que todas las cosas nacían del número, sino que estas estaban en armonía con el número, ya que en el número reside el orden esencial, y si dividimos el orden en primero, segundo y así sucesivamente, las cosas, que son contables, participan de este orden». A Teano se le atribuye, además, el teorema de la proporción áurea. Tras la muerte de Pitágoras, Teano dio clases y orientó espiritualmente a sus pupilos en la virtud y la honradez.
Olympe de Gouges: «La antorcha de la verdad ha dispersado las nubes de la estupidez y de la arrogancia… Parece que hay una mano divina que esparce por todas partes la herencia del ser humano, la libertad»
Aspasia de Mileto: la primera dama de Grecia

Nace aproximadamente en el 470 a. C. en Mileto, actual Turquía, y durante gran parte de su vida fue maestra de retórica. El propio Sócrates recomendaba a Jenofonte en los diálogos platónicos consultar su sabiduría. Aspasia era una hetera, mujeres de gran cultura y muy respetadas que vendían su cuerpo a cambio de dinero. Llegó a dirigir una escuela de mujeres y regentó un burdel al que asistían los hombres más importantes de la ciudad. Pericles quedó enamorado de Aspasia y, en vista de su inteligencia, la convirtió en una de las mujeres de confianza de su gobierno, aparte de en su compañera y, probablemente, segunda esposa. Nuestra protagonista daba gran importancia al poder de las palabras. Aseguraba que «con un discurso bellamente expuesto sobreviene el recuerdo de las acciones gloriosamente efectuadas y el homenaje para sus autores parte de los que las escuchan». Plutarco se refirió en Vidas paralelas de esta manera a Aspasia, en uno de los mejores retratos que nos quedan de la filósofa: «Algunos son de opinión que Pericles se inclinó a Aspasia por ser mujer sabia y de gran disposición para el gobierno: pues el mismo Sócrates con sujetos bien conocidos frecuentó su casa; y varios de los que la trataron llevaban mujeres a que la oyesen». Su intención fue animar a todo el mundo a filosofar más allá de los muros de las academias, objetivo que consiguió ampliamente a través de su influencia política en los años de mandato de Pericles.
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