«Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de los bienes y de los males. Pero yo, que he observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza del pecador mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma sangre o de la misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad, no puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme con mi pariente ni odiarle. Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa».
Meditaciones, Marco Aurelio
Dentro del mundo de la filosofía, existen libros de una mayor o menor utilidad práctica. Algunos tienen un lenguaje claro y ofrecen enseñanzas simples, concisas, que pueden mejorar nuestra vida si logramos asimilarlas correctamente. Meditaciones, del emperador romano Marco Aurelio, es uno de esos libros. Esta obra, que el emperador escribió para sí mismo como manera de recordar y tener a mano los principios de la filosofía que adoptó, el estoicismo, es uno de los mejores manuales de ética que nos ha dado la historia.
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