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10 coincidencias y diferencias entre Platón y san Agustín

Platón y san Agustín son dos pensadores fundamentales para entender la tradición filosófica occidental. A san Agustín se le considera el integrador de la filosofía clásica —especialmente el pensamiento de Platón— en el marco del pensamiento cristiano.

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Platón y san Agustín son dos autores entre los que existen bastantes hilos de continuidad, pero también importantes diferencias. La imagen está generada por Canva Pro y muestra el encuentro ficticio entre los dos filósofos, que no pudo darse porque vivieron con una diferencia de varios siglos.

Platón y san Agustín son dos autores entre los que existen bastantes hilos de continuidad, pero también importantes diferencias. La imagen está generada por Canva Pro y muestra el encuentro ficticio entre los dos filósofos, que no pudo darse porque vivieron con una diferencia de varios siglos.

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Su encuentro con la obra de Platón no fue directo, sino que estuvo mediado por autores como Plotino, a los que Agustín se refiere como platónicos. Sin embargo, esta lectura supuso para él un punto de inflexión intelectual: abandonó el materialismo para concebir una realidad espiritual y trascendente.

San Agustín recuperó muchos elementos centrales del pensamiento platónico, como la distinción entre mundo sensible y mundo inteligible, la superioridad del alma sobre el cuerpo o la concepción del mal como carencia de bien. Sin embargo, al adoptar el platonismo también lo trasforma. Por ejemplo, allí donde Platón habla del Bien como principio supremo e impersonal, Agustín sitúa al Dios cristiano.

También sustituye la teoría platónica de reminiscencia por la doctrina de la iluminación divina, según la cual es Dios quien hace posible el conocimiento de lo verdadero. Por eso, lo primero que debemos tener en cuenta para hablar de las coincidencias y diferencias entre Platón y san Agustín es que san Agustín asume el platonismo pero lo cristianiza: lo utiliza como herramienta para expresar la fe cristiana, subordinando siempre la razón a la revelación.

1 Mundo sensible y mundo inteligible

La primera coincidencia que encontramos entre Platón y san Agustín tiene que ver con su división dualista del mundo. Ambos distinguen dos niveles de realidad: uno sensible y cotidiano que es el mundo en el que vivimos; el de las apariencias, y otro verdadero e inaccesible por el cuerpo que es el mundo de las Ideas.

Sin embargo, la diferencia entre las dos concepciones radica en que, para Platón, esta visión implica que los dos mundos son, hasta cierto punto, autónomos. El mundo de las Ideas no es creado por nada ni nadie y contiene las Ideas en mayúscula o Formas (Bien, Justicia, Belleza…), que son modelos perfectos. El Demiurgo o Hacedor no las produce ni modifica: solo las contempla. Y lo que sí hace el Demiurgo es crear el mundo material en base a esas formas ideales.

Para san Agustín, sin embargo, la creación no se hace desde un modelo preexistente, sino desde la nada. Este es el concepto de creatio ex nihilo (crear desde la nada). Además, Agustín subordina estos dos mundos al Dios creador.

2 La verdad

Platón y san Agustín coinciden en su visión de la verdad como algo que no se puede alcanzar por los sentidos. Esta visión de la verdad tiene relación con la división ontológica (es decir, de la realidad) que hemos visto en el primer punto. Como mis sentidos se hallan en otro plano (el sensible) que la verdad (que está en el mundo inteligible), no puedo acceder a ella.

Sin embargo, la diferencia entre Platón y san Agustín en este punto tiene que ver con cómo accedemos a esa verdad. Para Platón, a través de la dialéctica llegamos al conocimiento verdadero (alethéia, frente a la mera opinión, o dóxa). Para San Agustín, la verdad se alcanza por la iluminación divina: sin Dios la razón por sí misma es insuficiente, mientras que, para Platón, bastaba porque la razón (o el alma) pertenece al mundo de las Ideas.

Platón y san Agustín coinciden en su visión de la verdad como algo que no se puede alcanzar por los sentidos

3 El papel de Dios

Una de las coincidencias más notables entre Platón y san Agustín y el motivo por el que a san Agustín se sirve de su pensamiento y lo cristianiza es que para ambos existe un principio supremo por encima de los individuos. Ahora bien, hay una gran diferencia entre la visión de ambos filósofos: para Platón, el Bien es un principio supremo que rige todas las cosas (porque todas tienden al Bien), pero no es una persona, mientras que para, san Agustín, Dios es personal, es el creador, providente y fundamento del ser y del conocimiento.

4 El alma

La cuestión del alma es otra de las que dan mucho para hablar sobre las similitudes entre Platón y san Agustín. Para ambos, es superior al cuerpo e inmortal, de forma que no desaparece con la corrupción material que es la muerte del cuerpo.

Sin embargo, Platón y san Agustín tienen ideas diferentes sobre la naturaleza del alma. Mientras que para el primero se trata de algo que preexiste al cuerpo y se va reencarnando, para el segundo el alma es creada por Dios y no existe antes del cuerpo; así que tampoco se reencarna. A lo que puede aspirar el alma, para san Agustín, no es a saltar a otro cuerpo, sino a liberarse en el reino de Dios.

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5 El conocimiento

Como hemos visto al hablar de la verdad, para Platón y san Agustín el conocimiento es una operación que realizamos a través del alma y no por los sentidos, que nos dan una idea equivocada de lo que es el mundo, porque solo nos permiten acceder al mundo sensible. Para ambos, conocer es ir hacia una verdad superior, algo que se nos revela como superior en el espíritu.

Ahora bien, existen diferencias entre ambos modelos de verdad. Platón defiende una teoría de la reminiscencia según la cual, como el alma preexiste al cuerpo y ha hecho ya su propio camino antes de nuestra envoltura material, conocer es recordar aquello que el alma ha olvidado al encontrarse con el cuerpo. Para san Agustín, sin embargo, el alma no es previa al cuerpo, así que no hay nada que recordar: conocer es ser iluminado por la verdad de Dios y depende solo de él y de nuestra fe poder acceder a tal virtud.

Para Platón y san Agustín el conocimiento es una operación que realizamos a través del alma y no por los sentidos, que nos dan una idea equivocada de lo que es el mundo, porque solo nos permiten acceder al mundo sensible

6 El mal

Para los dos pensadores el mal no es más que la ausencia de bien. No es algo con personalidad propia, sino un vacío, algo que falta. Esta es la principal coincidencia en el pensamiento moral de Platón y san Agustín. Sin embargo, los dos filósofos difieren en el origen de este mal.

Para Platón, hacemos el mal porque ignoramos el bien. Si lo conociéramos, sostiene, no se nos ocurriría realizar actos malvados, porque no tendríamos necesidad ninguna de hacerlos. La manera de combatir el mal es la educación. Para san Agustín, todo lo que existe es bueno porque es creado por Dios. El mal no es un desconocimiento, sino un mal uso de la voluntad humana, dada también por él. Nos apartamos del bien por nuestra voluntad, pero es también a través de ella que podemos reconducirnos al bien, a través de la fe.

7 La felicidad

En relación con el punto anterior, que hace referencia al pensamiento ético de los dos filósofos, encontramos la reflexión sobre la felicidad. Para Platón y san Agustín, la vida buena consiste en orientarse a un bien supremo; ahora bien, la pregunta es si orientarnos a ese bien nos da o no nos da felicidad. ¿Somos felices cuando somos buenos?

Aquí surgen las diferencias: mientras que para Platón la felicidad puede lograrse mediante la virtud y el conocimiento de lo que es bueno, para san Agustín las acciones buenas no nos aportan felicidad por sí mismas. Más bien, sostiene, la felicidad plena solo se consigue en Dios, mediante su gracia. Como vemos, para san Agustín la felicidad es algo que prácticamente solo puede obtenerse en la vida eterna, una vez morimos; para Platón, puede obtenerse en la vida, conduciéndonos a la verdad y apartándonos de opiniones poco rigurosas e interesadas de lo que es el mundo.

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8 Modelo político

Platón y san Agustín coinciden en una preocupación: consideran a la sociedad en la que viven (muy distinta, pues pasan varios siglos entre la vida de uno y la de otro) corrupta e inmoral. Platón queda absolutamente consternado al ver que la sociedad ateniense, supuestamente racional y justa, condena a Sócrates por impiedad. San Agustín se estremece al ver cómo la mayor parte de la humanidad vive alejada de la fe. Ambos tienen una propuesta política para resolver esta cuestión.

Sin embargo, se trata de modelos diferentes: para Platón, el Estado ideal o República que propone es un Estado gobernado por filósofos, si entendemos que estos son los que tratan de conocer el bien. Para san Agustín, el Estado (cualquiera que sea) tiene un papel solo instrumental: garantizar el orden, la paz y la justicia en un mundo marcado por el pecado original. La autoridad política es legítima si sirve al bien común, pero nunca puede conducir por sí sola a la felicidad plena, que solo se alcanza en Dios. Por eso distingue entre la ciudad terrena, que es en la que vivimos y es imperfecta, y la ciudad de Dios, que es donde podemos alcanzar la justicia.

Platón y san Agustín coinciden en una preocupación: consideran a la sociedad en la que viven (muy distinta, pues pasan varios siglos entre la vida de uno y la de otro) corrupta e inmoral

9 La tensión interior

La antropología de los dos filósofos, es decir, la reflexión sobre la naturaleza humana, está marcada por una tensión interior, entre nuestra materia o cuerpo y nuestro alma.

Ahora bien, esta tensión se expresa de formas diferentes en el pensamiento de cada uno. Para Platón, el conflicto es entre la razón y los deseos. Este conflicto viene representado por la imagen de un hombre que trata de conducir los diferentes caballos de los impulsos humanos. Para san Agustín, la tensión o conflicto se da entre la voluntad humana y la voluntad divina. En este sentido, mientras que, para Platón, podemos hallar la resolución a esa tensión en nuestro propio interior (conduciéndonos hacia el Bien), para san Agustín, esta es imposible sin la mediación humana. La tarea del ser humano es, para este último, conducirse hacia Dios.

10 La finalidad última

Para Platón y san Agustín la vida tiene algún sentido trascendente: existe un fin último, un motivo más allá de lo que vemos y que da sentido a la existencia. Sin embargo, el contenido de esa finalidad, o télos, es diferente en cada uno de los casos: para Platón, el fin es la contemplación del Bien y de las Ideas y, para San Agustín, es la salvación y la unión para la vida eterna.

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Como vemos, toda lectura es una interpretación. San Agustín no asumió a Platón acríticamente, sino que lo reinterpretó. Platón y Aristóteles son, además, dos pilares de la filosofía occidental, permanentemente reinventados y criticados, una referencia de la que siempre es difícil (o imposible) escapar. De unas ideas aparentemente lejanas a la experiencia cotidiana del ser humano (como las Ideas o Dios) extraen toda una serie de conclusiones relativas a la manera en que vivimos y nos relacionamos entre nosotros, que pueden llegar a ser muy diferentes, pese a beber de las mismas fuentes.

Sobre la autora
Fotografía en blanco y negro de Irene Gómez-Olano, hecha por Natalia Lago. La fotografía muestra a una persona joven con el pelo negro corto, tipo "mullet", sin que le caiga por los lados. Mira a cámara con las cejas rectas y tiene una sonrisa ambigua en la cara.
Sobre la autora

Irene Gómez-Olano (Madrid, 1996) estudió Filosofía y el Máster de Crítica y Argumentación Filosófica. Trabaja como redactora en FILOSOFÍA&CO y colabora en Izquierda Diario. Ha colaborado y coeditado la reedición del Manifiesto ecosocialista (2022). Su último libro publicado es Crisis climática (2024), publicado en Libros de FILOSOFÍA&CO.

Número 14 - Revista FILOSOFÍA&CO

HANNAH ARENDT

Una pensadora imprescindible para el siglo XXI

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