Y esos tres espectros son Marx, Nietzsche y Freud. Los maestros de la sospecha, de acuerdo con el afortunado filosofema de Paul Ricoeur, han proyectado una larga sombra que todavía se hace patente en el pensamiento contemporáneo, en la filosofía actual, tal y como vemos en el sugerente diccionario filosófico escrito por el profesor Juan Manuel Aragüés.
Por Andrés Pérez Miguel
El origen de la obra Ochenta sombras de Marx, Nietzsche y Freud. Diccionario de filósofos y filósofas en la senda de la sospecha, publicada por Plaza y Valdés, se remonta a un momento anecdótico, como el propio autor, Juan Manuel Aragüés, explica en la introducción.
Tras un periodo de incertidumbre durante el cual no encontraba la inspiración para redactar uno de sus artículos semanales, este profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza se decantó por escribir uno en memoria del fallecido Zygmunt Bauman. Para su asombro, la acogida del mismo en redes fue notable y, tras hacer la prueba por segunda vez con Jean Baudrillard y corroborar el éxito previo, decidió elaborar este diccionario de filósofos y filósofas de actualidad, influenciadas en mayor o menor medida por las tres musas germánicas.
Aunque también sería pertinente traer a colación la observación del profesor Luis Arenas, cuando dijo que quizá el diccionario podría haberse titulado 83 sombras de Spinoza (sumando a los tres anteriores al elenco), dado que el filósofo judío se halla en la ignota raíz común que comunica subterráneamente las corrientes que nuestro autor tiene intención de rescatar, como herramientas fundamentales para pensar el presente.
Las virtudes del diccionario son muchas. No obstante, cabría destacar la claridad expositiva y divulgativa, de acuerdo con la voluntad de su autor de seguir la cortesía del filósofo (como diría Ortega y Gasset, pero también apuntó Aristóteles en su Retórica) y hacer de la claridad su estandarte, en lugar de pecar de hermetismo y oscurantismo, en los cuales tantos autores han incurrido, para desgracia de lectores e intérpretes.
Una de las virtudes del libro es su claridad expositiva y divulgativa, en lugar de pecar de hermetismo y oscurantismo, en los cuales tantos autores han incurrido
En lo referente a la estructura es de agradecer la síntesis con la que condensa la vida, obra y principales tesis del pensamiento de todas estas voces filosóficas, acompañadas de una fotografía de cada autor/a y de la bibliografía esencial (de y sobre cada pensador/a). Además, termina cada una de las entradas trazando las relaciones existentes entre ellas, con lo cual se aprecia la vinculación e influencias mutuas en la nómina de filósofos/as.
Este libro puede ser leído en multitud de direcciones y consultado, por su riqueza y concisión, tantas veces como sea necesario. A la manera de un claro laberinto, el autor talla con esmero las gemas y teselas que componen este particular mosaico de referencias filosóficas imprescindibles, tanto para estudiantes o no iniciados como para profesores o estudiosos que acaso desconozcan la existencia de alguna de estas figuras.
La generosidad de esta obra se hace patente en la vocación de difundir sin ambages las aportaciones más importantes de tales pensadores/as, así como en las numerosas referencias que va trazando a lo largo del libro, donde rinde no pocos homenajes a su confesable comunidad de amigos, maestros, alumnos y compañeros. Honrar a nuestros amigos es vital, para generar una comunidad teñida por pasiones alegres y duraderas.
La teoría debe estar empapada de vida y de experiencia compartida para entretejerse de un modo significativo y estas páginas plasman a la perfección ese espíritu crítico y político que nos incita a cultivar. Desde las problemáticas en torno a la subjetividad, la complejidad social y aquellas voces olvidadas por la historia, esta obra es un valioso compendio de respuestas posibles a todas aquellas preguntas que a lo largo del siglo XX y en los albores del siglo XXI han despuntado y continúan haciéndonos reflexionar.
Las reseñas pertenecen al género epidíctico, encargadas de elogiar o censurar a un autor o sus obras, como diría más adelante Baudelaire acerca de la crítica, que debe ser: parcial, apasionada y política. Por ende, no podemos por menos de agradecer a Juan Manuel Aragüés que haya escrito este diccionario polifónico, en el que da voz a grandes pensadores y pensadoras a quienes tiene gran aprecio o cuya importancia reconoce.
El autor talla con esmero este particular mosaico de referencias filosóficas imprescindibles, tanto para no iniciados como para profesores
No obstante, como no da igual ocho que ochenta, es pertinente visibilizar las críticas que nuestro autor lanza contra ciertos filósofos esotéricos (Heidegger, Lacan, Derrida…) o liberales (Habermas, Rawls, Rorty…) cuyas jergas o propuestas pone en tela de juicio. Así como las reivindicaciones de tantas pensadoras interesantes (Rosa Luxemburg, Silvia Rivera Cusicanqui, Simone Weil o María Zambrano) y de ciertos pensadores españoles todavía poco conocidos, a pesar de sus admirables contribuciones en filosofía, sociología o literatura (como Jesús Ibáñez o José Luis Rodríguez García).
En resumen, una obra de gran utilidad, fácil lectura y cuyas páginas proporcionan no pocos descubrimientos y deleites. Asimismo, un manual de consulta para futuras indagaciones filosóficas, que nos pone sobre la pista de tantas referencias bibliográficas fundamentales, mientras configura una muy particular cartografía del pensamiento contemporáneo, brindándonos los aperos y el instrumental necesario para proseguir por caminos no trillados e interpretar nuestra compleja realidad, en estos tiempos donde pareciera que «el tiempo está desquiciado». Las sombras y los espectros, como el fantasma del padre de Hamlet, nos apelan para no olvidar el pasado y actuar en el presente. El ángel de la historia debe alzar su vuelo al amanecer y llegar a tiempo a su destino.
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