La filósofa Mª Ángeles Quesada reflexiona acerca de la utopía y la distopía y el momento que estamos viviendo. Dijo Bauman que el futuro ya no es el lugar de la esperanza, sino el lugar de las más legítimas pesadillas. Entregamos nuestra vida fácilmente a muchas horas de trabajo, a una sobreexplotación, a la hiperconectividad, a las redes sociales… y, de pronto, cuando nos encontramos con nuestro vecino estamos cansados y sin fuerzas para poder hablar con él y conocerlo mejor. Hemos ganado libertades individuales a cambio de no tener deberes sociales. La actividad colectiva se limita a darle al like o a firmar una campaña de change.org. Quesada piensa en alto sobre nuestra realidad y si nos acercamos al mundo deseado o nos alejamos de él.
¿Caminamos hacia la utopía o hacia la distopía?
Etiquetas:
Otros artículos que te pueden interesar
Pensando y analizando, lo que es la filosofía, es la forma y la manera de que cada individuo ve y siente de una forma astracta de cómo a de ser la conducta de toda persona según sus ideales y actuaciones.
Creo que en la actualidad el mundo se ha vuelto más distópico que utópico. El pensar utópico cada vez se aloja más en menos cerebros gracias a la desgracia lamentable de la tecnología, que ha permitido pensar menos a la gran mayoria de seres humanos pues incide mayoritariamente en los más jóvenes, cuyos cerebros en formación los convierte en candidatos óptimos para estructurar una cognición con relaciones tan solo de imágenes virtuales basada en la pereza mental de estos pues aquella no está siendo dirigidas al razonamiento, al libre pensar. La tecnología está contribuyendo de manera lamentable, con mucha más fuerza, a la manipulación de cerebros dirigidos hacia el interés particular del mercado de consumo obviando la fortaleza cerebral del razonamiento y, consecuentemente, al desarrollo del lenguaje por lo que es más fácil comunicarse, para este público cautivo, tan solo con un clic, un me gusta… Expresarse con palabras es un fastidio para este segmento de la población mundial. Tal vez estemos girando a la pérdida paulatina, pero constante, del habla por anquilosamiento del olvido del idioma materno. Eso sería una verdadera distopía. La educación formal (el Estado) en ese sentido está en deuda para dar un vuelco redirigiendo los beneficios de la tecnología digital hacia objetivos más humanísticos, más nobles… Estos nuevos cerebros, relevo de las futuras sociedades, están siendo convertidos en serviles pues su cognición están siendo formada y dirigidas para intereses muy particulares; son presa fácil para dogmas y doctrinas heterodoxas y malévolas.
La utopia siempre ha tenido una connotación negativa al ser relacionada con lo imposible. Personalmente creo en la utopia como contraposición al pragmatismo, al conservadurismo y, sobre todo, la utopia como referente moral, presentándose, no como algo necesariamente alcanzable sino como algo que nos marca el camino , donde sera bueno todo lo que nos aproxime y malo todo lo que nos aleje.