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10 citas de Marco Aurelio para comprender el estoicismo

El estoicismo propone una visión del universo como un todo interconectado y regido por un orden racional inmutable. A partir de esta concepción, Marco Aurelio desarrolló una filosofía práctica basada en la aceptación del destino, el dominio de las propias emociones y el compromiso con el bien común.

2 comentarios

Ilustración de Marco Aurelio hecha con Dall-E 2 (licencia CC).

Ilustración de Marco Aurelio hecha con Dall-E 2 (licencia CC).

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Marco Aurelio (121-180 d. C.), emperador romano y filósofo estoico, nos legó en sus Meditaciones (también conocidas como «Τὰ εἰς ἑαυτόν» o «A sí mismo») un profundo testimonio de introspección filosófica. Esta obra, inicialmente escrita como un diario personal sin intención de publicación, refleja los principios fundamentales del estoicismo tardío y constituye un valioso documento para comprender tanto la aplicación práctica de la filosofía estoica como el pensamiento de uno de los llamados «buenos emperadores de Roma. A continuación, examinamos diez citas emblemáticas que ilustran los puntos fundamentales de su filosofía.

marco aurelio
Meditaciones, de Marco Aurelio (Taurus).

1 Somos parte de un todo

«Todo está entrelazado, y el vínculo es sagrado, y apenas hay algo ajeno a lo demás, porque todo ha sido coordinado y contribuye al orden del mismo cosmos. Porque un cosmos existe a partir de todas las cosas, y un dios a través de todas las cosas, y una sustancia única, y una ley, una razón común a todos los seres inteligentes, y una verdad» (Meditaciones, VII, 9).

La filosofía estoica no es una filosofía atomista. Es una filosofía que concibe al universo como un todo, donde las partes están interconectadas y se entienden en función de algo superior a ellas. Los elementos del mundo no son elementos independientes: si vemos una cosa triste, no lloramos porque seamos de una manera específica; más bien, lloramos porque dentro de nosotros hay una fuerza vital. La misma fuerza que hace brotar la flor en primavera.

Así, todos los elementos del universo están conectados, y esa conexión es racional. El universo es un orden racional. En realidad, no hay más que levantar la vista para verlo: los ciclos se repiten, las especies tienen un orden, somos capaces de pensar, la física tiene unas reglas estables…

De esta forma, la cosmología estoica postula que el cosmos constituye un todo orgánico y coherente, regido por el logos (razón universal) y la physis (naturaleza). Esta concepción monista establece que todo evento particular está integrado en una causalidad universal. No hay libre albedrío ni casualidades en el mundo: todo se rige por un orden y una legalidad racional (física, biológica, moral…).

Aceptar este orden cósmico es fundamental para nosotros como individuos: nos ayuda a comprender nuestra posición en el universo y a adoptar una postura de aceptación ante los acontecimientos. No tiene sentido, desde la filosofía estoica, estar triste por la muerte de un ser querido: es ley de vida. ¿Cómo podemos generarnos tanta frustración por no aceptar que las cosas son así y no pueden ser de otro modo? Sería como aquel que se enfada porque la lluvia le moje, ¿es que puede ser de otra forma?

Por otro lado, el reconocimiento de esta interdependencia universal fundamenta la ética estoica: si todo está vinculado por una razón común, entonces cada acción individual tiene repercusiones en el conjunto, lo que justifica una conducta virtuosa y orientada hacia el bien común.

El estoicismo concibe el universo como un todo interconectado y regido por un orden racional inmutable. Aceptar esta estructura cósmica nos ayuda a vivir en armonía con la naturaleza y a adoptar una ética basada en la responsabilidad y el bien común

2 Ante todo, filosofía

«El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, difícil de predecir; su fama, indeterminada. En resumen: todo lo del cuerpo, un río; lo del alma, sueño y humo; la vida, una guerra y un exilio. ¿Qué puede, pues, servirnos de guía? Una sola y única cosa: la filosofía» (Meditaciones, II, 17).

La opción del sabio debe ser, entonces, intentar conocer este orden legal, es decir, estudiar filosofía. Si el mundo tiene una normatividad que no podemos cambiar, de lo que se trata es de conocerla para ajustarnos a ella. Con un ejemplo: si sabemos que es cuestión de tiempo que la gente muera, nos prepararemos para aceptar la muerta de nuestros amigos y para vivir al máximo la vida con ellos.

La filosofía no se entiende en el estoicismo (como puede verse en el ejemplo) como un mero discurso teórico. El sabio no es el académico que sabe infinitos datos inútiles, como el peso de una proteína rara o como los primeros cincuenta números primos, por ejemplo. La sabiduría estoica es una sabiduría práctica, una sabiduría que se concibe como como askesis (práctica) y therapeia (terapia) para el alma.

Gracias a la filosofía podemos consolarnos ligeramente de la fragilidad de nuestra vida, de su «poca cosa». Como vemos en la cita, en las Meditaciones la vida se caracteriza como un «punto» en la inmensidad del tiempo y como un flujo constante. Esta meditación sobre la impermanencia no busca generar pesimismo, sino promover la apatheia (ausencia de pasiones irracionales) mediante la aceptación de la naturaleza transitoria de nuestra existencia. Frente a esta realidad, el estoicismo propone la filosofía como único refugio seguro.

3 El mundo es como una ciudad

«A los seres racionales se les ha concedido una misma naturaleza y una misma recta razón. Y esta ley decreta lo que debe hacerse o no: de ahí que exista una ley común y, siendo así, somos conciudadanos; y, entonces, participamos de algún tipo de ciudadanía común. Si esto es así, el mundo es como una ciudad. ¿De qué otra ciudadanía común podría decirse que participa todo el género humano?» (Meditaciones, IV, 4).

Pero esta aceptación del orden universal y de la pequeñez de nuestra vida en comparación con el cosmos en su totalidad no debe hacernos desistir de crear comunidades. De hecho, todo lo contrario. Como todos los seres humanos somos seres racionales que compartimos una misma naturaleza y una misma razón, existe una comunidad universal de seres humanos, algo así como la humanidad.

Estamos ante el célebre cosmopolitismo de Marco Aurelio, que establece un vínculo entre todos los seres humanos que trasciende las culturas y el tiempo. El fundamento de esta ciudadanía cósmica radica en la participación de todos en el logos universal. Este principio tiene profundas implicaciones éticas: si somos conciudadanos del cosmos, nuestras acciones deben orientarse hacia el bien común y no meramente hacia el interés individual. Este cosmopolitismo representa una de las aportaciones más significativas del estoicismo al pensamiento ético occidental, anticipando concepciones modernas sobre la dignidad humana universal.

La filosofía estoica no es solo teórica, sino una práctica para vivir en armonía con el orden del universo. Aceptar nuestra fragilidad nos libera de pasiones irracionales y nos vincula con la humanidad entera, fundamentando una ética basada en la comunidad y el bien común

4 Tú eliges cómo reaccionas a lo que te ocurre

«Elimina la opinión y eliminarás el ‘estoy dañado’. Elimina el ‘estoy dañado’ y eliminarás el daño» (Meditaciones, IV, 7).

En esta pequeña cita encontramos uno de los principios epistemológicos y psicológicos fundamentales del estoicismo: la distinción entre los hechos objetivos y nuestros juicios subjetivos sobre ellos. Marco Aurelio señalaba que el sufrimiento no proviene directamente de los acontecimientos externos, sino de nuestros juicios valorativos acerca de esos acontecimientos. Lo que normalmente entendemos por dolor no un dolor objetivo y natural, sino que es un dolor mental, producido por cómo reaccionamos lo que nos ocurre.

De esta forma, la teoría estoica de las representaciones (phantasiai) que ocurren en nuestra mente establece que entre la percepción de un evento y nuestra respuesta emocional media el «asentimiento» (synkatathesis) o la capacidad de juzgar que otorgamos a nuestras impresiones. Puede dejarnos una pareja y podemos sufrir por el vacío que nos deja o podemos alegrarnos del tiempo pasado y de que comience para nosotros una nueva etapa.

Esta teoría epistemológica sobre cómo funciona el conocimiento que tenemos del mundo fundamenta la práctica de la proairesis (elección moral) y la procheiron (atención vigilante), ambas orientadas a examinar críticamente nuestras representaciones antes de otorgarles un determinado juicio. Es decir, el sabio estoico es aquel que vigila constantemente cómo juzga lo que le ocurre, cuál es el paradigma bajo el que se toma las cosas, y, conforme a eso, elige un camino moral determinado.

Los estoicos distinguen, por tanto, entre lo que nos ocurre y cómo juzgamos lo que nos ocurre. Una distinción paralela a lo que depende de nosotros (los juicios que hacemos) y lo que no depende de nosotros (los eventos externos). Esto constituye el núcleo de la ética práctica de Marco Aurelio.

5 Levántate y actúa: tienes que cumplir tu deber

«Al amanecer, cuando te despiertes con desgana, ten a mano este pensamiento: ‘Me despierto para realizar mi oficio de hombre’. ¿Por qué, entonces, estoy descontento, si voy a hacer aquello para lo que he nacido y para lo que he venido al mundo? ¿O es que he sido formado para permanecer caliente entre mantas?» (Meditaciones, V, 1).

Al comienzo del libro V de las Meditaciones encontramos un mandato práctico que ilustra la concepción estoica del deber (kathēkon). La vida virtuosa, la que lleva el sabio estoico, consiste en reconocer y cumplir el papel que nos corresponde en el orden cósmico, actuando conforme a nuestra naturaleza racional. Todo sigue un orden, todo está predestinado; nosotros, entonces, también: tendremos que cumplir con nuestro papel en un orden mayor que nosotros mismos.

La metáfora del despertar no es casual: representa la vigilia filosófica frente al sueño de la existencia irreflexiva. Incluso Marco Aurelio, que fue emperador y tuvo todos los lujos de su época, se recuerda a sí mismo la necesidad de subordinar la comodidad y el placer al cumplimiento del deber. Esta actitud refleja la concepción estoica de la virtud como acción conforme a la naturaleza racional, no como mera abstención del mal. La virtud exige un esfuerzo activo y cierta determinación.

El estoicismo distingue entre los hechos y nuestros juicios sobre ellos, enfatizando que el sufrimiento proviene de nuestra interpretación. Al vigilar nuestras reacciones y cumplir nuestro deber, vivimos conforme a nuestra naturaleza racional y al orden cósmico

6 Ama tu destino

«Ama solo lo que te acontece y lo que constituye la trama de tu destino. Porque, ¿qué podría adaptarse mejor a ti?» (Meditaciones, VII, 57).

Esta cita condensa la concepción estoica del amor fati (amor al destino), uno de los aspectos más distintivos de su filosofía. Para Marco Aurelio, la aceptación del destino no implica resignación pasiva, sino reconocimiento activo de nuestra pertenencia al orden cósmico.

El estoicismo sostiene que todos los acontecimientos están determinados por una causalidad universal (heimarmenē), pero simultáneamente afirma nuestra capacidad para asentir libremente a lo necesario. Otra vez la distinción entre lo inevitable del mundo exterior y la libertad de nuestro interior; o, en otras palabras, la distinción entre causas externas (que no dependen de nosotros) y causas internas (nuestros juicios y disposiciones).

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Estoicismo. Diccionario esencial, por varios autores (Libros de FILOSOFÍA&CO).

La libertad estoica consiste en la conformidad voluntaria con la naturaleza. ¿Podemos en estos casos seguir hablando de libertad? Claro. La vida es como si nadásemos en un río. En vez de ir en contracorriente, nuestra vida será más libre si aceptamos las causas externas (la corriente) y actuamos dentro del margen que nos deja.

7 Solo existe el presente

«Recuerda que cada uno vive solamente el presente, este breve instante; el resto, o bien se ha vivido, o bien es incierto. Pequeña es, pues, la vida de cada uno, y pequeño el rincón de tierra donde vive» (Meditaciones, III, 10).

Marco Aurelio desarrolla aquí su concepción del tiempo y la atención que merece el presente. Esta reflexión no debe interpretarse como una invitación al hedonismo propio del carpe diem, sino como una llamada a la conciencia plena del momento actual como único ámbito donde podemos ejercer nuestra racionalidad.

La concentración en el instante presente constituye un ejercicio espiritual fundamental en la práctica estoica, pues permite evitar tanto la nostalgia por el pasado como la ansiedad por el futuro, ambas fuentes de perturbación emocional. Esta focalización temporal se complementa con la conciencia espacial: la referencia al «pequeño rincón de tierra» evoca la perspectiva cósmica que relativiza las preocupaciones humanas.

Esta práctica de «ver desde arriba» constituye otro ejercicio espiritual característico de Marco Aurelio, que frecuentemente adoptó una perspectiva cósmica para contextualizar las experiencias humanas.

8 ¿Cómo responder al mal?

«El mejor modo de vengarse de los malvados es no parecerse a ellos» (Meditaciones, VI, 6).

Esta cita ilustra la respuesta estoica ante la injusticia y la maldad. Para Marco Aurelio, responder al mal con mal significa dejarse arrastrar por las pasiones irracionales y, por tanto, comprometer nuestra integridad moral. La virtud estoica exige mantener la coherencia con los principios racionales independientemente de cómo actúen los demás.

Esta actitud se fundamenta en la concepción de que el verdadero mal no reside en lo que otros nos hacen, sino en nuestra eventual respuesta viciosa. La doctrina estoica de los indiferentes (adiaphora) clasifica las ofensas externas como ajenas al verdadero bien (la virtud) y al verdadero mal (el vicio). Esta posición radical distingue al estoicismo de otras escuelas helenísticas y anticipa elementos de la ética kantiana, particularmente la noción de que el valor moral reside en la intención recta independientemente de las consecuencias externas.

En otras palabras, debemos ser indiferentes a las acciones de los demás y comprender el bien y el mal solo desde nuestras acciones: habrá bien si seguimos una vida virtuosa y habrá mal si nos dejamos llevar por nuestros vicios. Las acciones de los demás deben interpretarse con la misma frialdad y aceptación con la que se acepta que llueva, nieve o que haga calor.

El estoicismo enfatiza la importancia del presente como único ámbito de acción racional y propone una perspectiva cósmica para relativizar las preocupaciones

9 Ayudar a los demás y aceptarlos

«Los hombres han nacido unos para otros. Por tanto, instruye o soporta» (Meditaciones, VIII, 59).

La primera afirmación establece la interdependencia natural entre los seres humanos, derivada —como ya hemos señalado— de nuestra común participación en el logos universal. De esta premisa ontológica (esto es, del hecho de que los seres humanos somos necesariamente interdependientes), Marco Aurelio extrajo una conclusión práctica: nuestras relaciones con los demás deben orientarse bien hacia su mejoramiento moral mediante la instrucción, bien hacia la tolerancia de sus defectos.

Si somos interdependientes, la acción ética debe ser intentar mejorar esa red: ya sea por nuestra tolerancia, ya sea por el mejoramiento de los demás. La instrucción (dirigida a quienes pueden beneficiarse de ella) y la tolerancia (hacia quienes no están preparados para recibir enseñanza) constituyen expresiones de la oikeiōsis (apropiación) social, proceso por el cual extendemos nuestra preocupación moral desde nosotros mismos hacia los demás.

Este principio estoico fundamenta la concepción estoica de la justicia como virtud social y establece un equilibrio entre la exigencia de perfeccionamiento moral y el realismo acerca de las limitaciones humanas. Y es que, aunque queramos, no siempre podremos instruir a nuestros allegados como nos gustaría… Otra vez, el trabajo restante será la aceptación interna.

El estoicismo plantea que, al ser interdependientes, nuestra ética debe orientarse a mejorar la comunidad mediante la instrucción o la tolerancia

10 La felicidad reside en los pensamientos

«La felicidad de la vida depende de la cualidad de los pensamientos; por tanto, vigila estos, y no permitas ninguno que sea inadecuado a la naturaleza de un ser racional y social» (Meditaciones, IV, 3).

Marco Aurelio expresó aquí el núcleo de la concepción estoica de la eudaimonia (felicidad o plenitud). Frente a doctrinas que sitúan la felicidad en circunstancias externas favorables, el estoicismo la identifica con la recta disposición del alma. Esta interiorización radical del bien tiene profundas consecuencias prácticas: si la felicidad depende exclusivamente de nuestros pensamientos, entonces permanece siempre bajo nuestro control, independientemente de las circunstancias externas.

La segunda parte de la cita establece el criterio para evaluar la calidad de nuestros pensamientos: su conformidad con nuestra naturaleza racional y social. Esta doble caracterización del ser humano como animal racional y social sintetiza la antropología estoica y establece los dos ejes fundamentales de la virtud: la racionalidad (que nos vincula con el logos universal) y la sociabilidad (que nos conecta con la comunidad humana). La vigilancia de los pensamientos constituye la práctica fundamental que garantiza esta rectitud interior y, por tanto, la felicidad.

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2 respuestas

  1. Avatar de Jairo León Quiroz
    Jairo León Quiroz

    Excelente estado de estoicismo «la felicidad Recide en nuestro pensamiento y por tal está entonces bajo nuestro control «.

  2. Avatar de Luria
    Luria

    Hola. No hace mucho que empece a leer esta impresionante interpretacion de la conducta humana frente al entorno en el que nos movemos y por lo tanto vivimos.

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