Son muchas las obras en las que Gilles Deleuze trató la cuestión del tiempo, asunto que ha atravesado toda la historia de la filosofía y que, con Kant, adquirió un espacio central en la reflexión filosófica. La investigación sobre el tiempo es el tema que vertebra la ontología de Deleuze y al que dedica muchas de las páginas de sus obras, como El bergsonismo, Lógica del sentido, Mil mesetas —esta última escrita a cuatro manos con Félix Guattari— o sus cursos sobre Kant, recogidos en el manuscrito Kant y el tiempo.
Deleuze bebió mucho de la filosofía de Henri Bergson y de sus investigaciones sobre el tiempo (al que concibió como duración, durée), investigaciones que fueron de gran inspiración para que Deleuze abordase la cuestión del tiempo. Deleuze consideró que la tarea del filósofo no era la de ser un historiador (es decir, ser un mero revisor de la historia de la filosofía), sino que era la tarea de crear conceptos.
Por esta razón, dedicó parte de su obra intelectual a la revisión de la obra de los filósofos por los que se vio influido. Analizó los conceptos de estos autores para, así, dotarse de herramientas nuevas para analizar la realidad.
La mayor influencia de Deleuze en sus análisis temporales fue Henri Bergson. Para Bergson, el tiempo era algo más que el tiempo físico, el tiempo era duración
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