La lucha entre la razón y las emociones
Es un tema clásico dentro de la filosofía (académica y popular): ¿podemos controlar racionalmente nuestras pulsiones, nuestros instintos más arraigados, nuestras emociones? ¿Puede nuestra voluntad y racionalidad dominar el vendaval de emociones que nos conforman? Por un lado, en la historia de la filosofía encontramos una larga lista de pensadores racionalistas que han definido al ser humano como un ser racional y que han equiparado las emociones con la parte más baja de nuestro cuerpo (siendo algo así como nuestra «animalidad»).
Es verdad que tenemos instintos y pasiones, dicen estos pensadores racionalistas, pero, igual que el barco se mece por las olas, el timón puede elegir cruzarlas independientemente de la bravura del mar. En la medida en que estamos condenados a ser libres, en palabras de Sartre, nuestra vida es una toma de decisiones constante, y esto solo puede hacerse bajo el mando de la razón. En otras palabras, nadie es libre de sentir o no tristeza, pero sí de qué hacer con ella.
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