Son tiempos convulsos desde el punto de vista político, económico y social. A través de periódicos y boletines de noticias se alertan cada día sobre los distintos riesgos: el cambio climático, desaceleración económica, populismos de izquierda y derecha… En este difícil contexto, una de las respuestas posibles es acudir al Estado para defender las libertades y derechos adquiridos a lo largo de las últimas décadas. Sin embargo, los ciudadanos no siempre encuentran el respaldo esperado en las leyes, y denuncian que la Justicia, con mayúscula, ha pasado a estar de parte de los más poderosos; así hacen suyo uno de los pensamientos fundamentales que Aristóteles expuso en el Libro I de la Política: «Algunos convierten todas las facultades en crematísticas, como si ese fuera su fin, y fuera necesario que todo respondiera a ese fin».
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