El auge de lo cibernético, también como dispositivo de control, las transformaciones de capitalismo y su forma de moldear las esperanzas y expectativas humanas serán temas que Mark Fisher ayudó a caracterizar y combatir a través de su obra.
Si pensamos en el siglo XXI, ¿qué imagen clave lo resumiría mejor para nosotros? ¿La desertización como síntoma del cambio climático? ¿Donald Trump en la Casa Blanca como crisis de la democracia? ¿El regreso de la guerra? Todas son significativas, pero si se nos pidiera que condensáramos en una imagen mental el siglo, quizá una familiar para todos sería la de un individuo conectado a la red.
El escritor inglés J. G. Ballard, uno de los padres del ciberpunk, un popular género de ciencia ficción que fue muy importante para Mark Fisher (1968-2017), escribía que la imagen clave del siglo XX era «un hombre en un automóvil, yendo por un autopista de hormigón a un destino desconocido».
Velocidad, agresión y drama; publicidad y publicidad de consumo de masas. En ese paso del coche en la autopista a la pantalla doméstica hoy conviven el vértigo eufórico de la tecnología y la sociedad de la información y una ambivalente sensación de repetición: cuanto más rápido vamos, más sentimos la monotonía de los cambios, como si un viscoso «presentismo» ensanchara una actualidad, sin embargo y paradójicamente, cada vez más asfixiante.
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