Puede parecer que la crisis capitalista es cosa de nuestro reciente más cercano. Pero lo cierto es que el periodo de acumulación capitalista iniciado tras la Segunda Guerra Mundial daba signos de agotamiento, al menos desde los años setenta del siglo pasado. En este sentido, Angela Davis apunta:
«Vivimos en una época marcada por el comienzo de una fase de declive en el capitalismo. Cualquier estrategia que omita esta realidad y pase por alto las implicaciones de esta crisis para todo el mundo tan solo ofrecerá una lectura parcial y superficial de sus síntomas, e impedirá que las cosas tomen un ritmo distinto»1.
Angela Davis hacía así un diagnóstico de época en 1986 que hoy no puede estar más de actualidad. La expansión del capital se encuentra ante una escasez de materiales y agotamiento ecológico que pone en severo riesgo su continuidad. Por otro lado, el «mundo multipolar» instaurado en la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia amenaza con resquebrajarse, especialmente desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Por su parte, China empieza a ser un fuerte competidor para la hegemonía económica estadounidense.
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