Integrante del selecto grupo de filósofos de la sospecha, Sigmund Freud sentó las bases de una nueva concepción de la psique humana. Una forma de concebir la mente y sus entramados que puso en el centro lo oculto, lo velado, lo inconsciente. Criados en la larga sombra del maestro, muchos de los grandes pensadores del siglo XX han sido influidos por el psicoanálisis: Marcuse, Fromm, Žižek… ¿Tiene sentido hoy seguir alargando una sombra que, quizá, no da más de sí? ¿Tienen razón los críticos al desechar por completo un paradigma, el psicoanalítico, que consideran absolutamente desfasado y clínicamente ineficaz?
Por Javier Correa Román
Un debate abierto
El psicoanálisis es una teoría psicológica que investiga el contenido de la mente y busca comprender su funcionamiento. Es, además, un método clínico, en la medida en que pretende, a su vez, tratar los malestares psicológicos de los pacientes que acuden a consulta. Sigmund Freud (1856-1939) es el padre del psicoanálisis, pero la larga lista de nombres que ha engrosado sus filas y sus escuelas (como Lacan, Klein o Jung) hace que sea una injusticia textual mencionar únicamente al maestro.
A pesar de la buena salud de la que gozó a lo largo del siglo XX, las críticas al psicoanálisis han ido sucediéndose desde distintos ámbitos y centrándose en distintos puntos. El machismo intrínseco a muchos de sus postulados, la acusación de ciertos sectores científicos al psicoanálisis de pseudociencia o las polémicas en campos psicológicos concretos como el autismo o la esquizofrenia han hecho que el psicoanálisis esté en el punto de mira intelectual. Los defensores más acérrimos defienden fervorosamente su escuela, mientras que los más moderados buscan actualizar un legado que cuenta ya más de un siglo en sus espaldas. Los críticos, en cambio, pelean por expulsarlo de las facultades y que sea reconocido como una pseudoterapia.
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