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Séneca: 10 claves de un estoicismo para la vida y la muerte

Séneca fue una enorme figura intelectual del periodo helenístico y uno de los máximos representantes del estoicismo. Su pensamiento de vivir conforme a la naturaleza supuso una brújula moral en un periodo convulso. Abordamos diez claves para entender un pensamiento muchas veces tergiversado y manipulado.

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El pensamiento de Séneca es un reflejo de una época convulsa de crisis y el intento de la filosofía por darle respuesta. Retrato de Séneca según modelo de la antigüedad (pseudo-Séneca), por Lucas Vorsterman I (1638). Biblioteca Nacional de Francia. Dominio Público. Extraído de Wikimedia Commons.

El pensamiento de Séneca es un reflejo de una época convulsa de crisis y el intento de la filosofía por darle respuesta. Retrato de Séneca según modelo de la Antigüedad (pseudoSéneca), por Lucas Vorsterman I (1638). Biblioteca Nacional de Francia. Dominio Público. De Wikimedia Commons.

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1 Una época de inestabilidad

Una de las principales claves que sirven para entender por qué el pensamiento estoico hoy es tan reivindicado tal vez es que el periodo helenístico en el que se desarrolló fue un momento de profunda inestabilidad política, social y moral. Séneca nació en torno al año 4 antes de nuestra era y a lo largo de su vida fue testigo de la caída de la República romana y del incipiente Imperio Romano y conoció a Calígula, Claudio y Nerón.

El pensamiento de Séneca trata de dar respuesta a un momento percibido como corrupto, autoritario e inseguro políticamente, donde los preceptos morales y religiosos pasados comienzan a estar entredicho. Hemos de considerar que el pensamiento religioso de cada momento histórico intenta responder y justificar el modo de organización económica y social de esa época.

El politeísmo arcaico de las ciudades-Estado griegas y de las provincias romanas respondía, así, a un modo de funcionamiento político descentralizado, con varios centros de poder y un modo de organización social extenso, donde el territorio compartido (frente al otro, el bárbaro) se extiende a lo largo de largas distancias, difíciles de recorrer en aquel momento, a menudo incluso islas a las cuales solo se puede acceder por barco.

La Edad Media, que no comenzará hasta la caída del naciente Imperio romano de Occidente, supondrá un modo de organización distinto, en territorios más centralizados (todavía no los Estados-nación modernos, pero serán sus precursores), en un mundo más saturado y con una mayor consciencia de lo que supone en términos geopolíticos, militares y económicos el control del territorio. En el convulso interregno entre el modo de habitar antiguo y el medieval vive Séneca.

2 La filosofía como guía de vida

Este contexto convulso que estamos caracterizando se suma a otra circunstancia que hará emerger con fuerza el estoicismo: la filosofía es considerada, en el mundo antiguo, como una práctica moral, una guía de vida. No se trata, como es hoy, de un saber disciplinar, algo sobre lo que se educa en las escuelas o universidades, sino de una práctica vital, un libro que se lleva debajo del brazo, por utilizar la metáfora que utiliza el filósofo francés Pierre Hadot1.

En una sociedad dominada por la arbitrariedad del poder imperial, pero que todavía mantiene los valores de autoafirmación y autonomía del mundo antiguo, de ciudadanía, que propugna la igualdad de todos (de todos los hombres libres y nacidos en el territorio, concretamente), la filosofía se entiende no solo como una herramienta de relación de cada sujeto con el afuera de sí mismo, sino también como un refugio interior. A esta idea de refugio o repliegue volveremos más adelante porque es central para entender la popularidad de la que goza hoy el estoicismo.

En la Roma antigua era común que los políticos y hombres públicos estudiaran Filosofía para reforzar su vida ética. Séneca encarnó esta tradición, con todas las contradicciones que conllevaba: no se trataba de un hombre ordinario, que tuviera que dedicarse al trabajo o al esfuerzo físico, y que se elevara sobre sus circunstancias, sino que fue rico, poderoso y siempre cercano al poder. Cuando su pensamiento es utilizado para justificar la filosofía del hombre hecho a sí mismo debemos tener este elemento en cuenta.

En la Roma antigua era común que los políticos y hombres públicos estudiaran Filosofía para reforzar su vida ética. Séneca encarnó esta tradición, con todas las contradicciones que ello conllevaba

3 Un pensamiento íntimo y personal

De la Edad Media emerge el tratado, el volumen de pensamiento sistematizado, con argumentos ordenados de forma secuencial y conforme a una lógica formalizada. Todavía hoy tendemos a pensar que las grandes obras filosóficas se parecen mucho a los manuales de texto de los colegios y universidades por este motivo. Sin embargo, la historia de la filosofía está repleta de obras que nada tienen que ver con esta rigidez formal.

Parménides escribió, en verso, un poema bellísimo en el que narra un viaje onírico. Diógenes Laercio recopila en su Vida de filósofos ilustres fragmentos de filósofos preplatónicos que muchas veces son aforismos, refranes…, prácticamente chistes en algunos casos. Platón escribió diálogos repletos de mitos e historias. Nietzsche desarrolló parte de su pensamiento en textos literarios y bien conocida es la novela existencialista. Como vemos, la historia de la filosofía está llena de este tipo de textos no muy rigurosos formalmente, y eso la enriquece mucho.

Séneca y los estoicos son otro ejemplo de esto. No escriben grandes tratados o guías de comportamiento. Escriben reflexiones íntimas. Es por eso que su pensamiento a menudo se da en forma de cartas, diarios, meditaciones existenciales. Séneca escribió diálogos filosóficos y tratados morales, pero también cartas, y su estilo siempre fue más literario que sistemático. Sus Cartas a Lucilio son un ejemplo de cómo la filosofía puede ser íntima, práctica y dirigida a transformar la vida cotidiana.

4 Un renovador del estoicismo

Portada del libro. Es una cubierta de fondo amarillo abeja con el título ("ESTOICISMO: DICCIONARIO ESENCIAL") en letras negras y grandes. Los cinco autores se encuentran debajo.
Estoicismo. Diccionario esencial, varios autores (Libros de FILOSOFÍA&CO).

A menudo se habla del estoicismo como si se tratara de una escuela filosófica donde todos sus representantes se conocían y relacionaban entre ellos, como vemos en las escuelas filosóficas del siglo XX (como el existencialismo o el neopositivismo). Sin embargo, su desarrollo se da a lo largo de varios siglos y por diferentes coordenadas geográficas.

Se considera su cuna la Grecia antigua del siglo 300 a. C. aproximadamente. Fue fundada por Zenón de Citio en su Estoa o pórtico, lugar que le dio nombre a su escuela. En una primera etapa se crea una escuela de pensamiento en torno al pórtico constituida por pensadores como Cleantes y Crisipo. Fue continuado por filósofos del siglo II a. C. como Posidonio y Panecio. Pero la época más conocida es su última etapa: la etapa romana del estoicismo.

Los pensadores más relevantes de la etapa romana del estoicismo con Epicteto, Marco Aurelio y el propio Séneca, y podemos considerar que sus pensamientos, aunque con diferencias, sí mantiene una coherencia entre ellos. Sin embargo, refuerzan elementos como el cosmopolitismo, que serán necesarios para entender el tipo de mundo que empieza a generarse en este periodo, más global e interconectado que antes.

Séneca escribió diálogos filosóficos y tratados morales, pero también cartas, y su estilo siempre fue más literario que sistemático

5 Vivir conforme a la naturaleza

Séneca retoma del estoicismo primigenio la idea de que los seres humanos, para realizarse en un mundo cambiante, de crisis y de cambios, deben vivir conforme al cósmos. La idea de cósmos griego se puede explicar como «universo» o naturaleza. La máxima estoica por excelencia refiere así a que en el universo hay un orden racional, regido por un lógos, una lógica que ordena todo y que es necesario descubrir. Es cuando nos oponemos a esa naturaleza o vivimos contra ella cuando sentimos sufrimiento o malestar.

Vivir bien es vivir conforme a la razón, aceptando el orden de las cosas. No ha habido pocas críticas a este elemento de la filosofía estoica, que puede ser, a menudo, bastante conformista. Resulta fácil conformarse con el orden de las cosas cuando uno es, por ejemplo, un emperador romano como era Marco Aurelio y tiene pocas constricciones materiales. Sin embargo, para el común de los mortales no es posible este conformismo.

Para Séneca, la virtud consiste precisamente en esto, en vivir conforme a la naturaleza. Los prudentes, justos, fuertes y templados son aquellos que no se oponen al modo de ser de las cosas, sino que se adaptan a él. Lo que depende de nosotros, nos dice Séneca, no es ni la riqueza, ni la fama, ni el poder ni la salud, que además son cosas —dice él— que no determinan la felicidad, sino lo virtuosos que seamos con las condiciones que nos han tocado. Esa virtud es la verdadera felicidad y libertad.

6 Aceptar el destino

Si aceptamos, como nos dice Séneca, que el universo está regido por una razón o razón divina (no falta aquí la referencia a fuerzas supraterrenales) y que todo ocurre conforme a esa razón, entonces el sabio será aquel que sepa aceptar con serenidad los acontecimientos. Esto es lo que se conoce como amor fati y consiste en asumir que no tenemos ningún poder sobre el futuro, sino solo sobre nuestra actitud.

En el mismo sentido, Séneca insiste en la importancia del autocontrol (o autarquía y la tranquilidad del ánimo el alma (apathéia), términos que se refieren no a reprimir las emociones, sino a no dejarse esclavizar por ellas. El sabio, dice Séneca, es capaz de aceptar el dolor, la pérdida y la muerte como partes naturales de la existencia. La libertad no se entiende, así, como hacer lo que uno quiera, sino como dejar de depender de lo que no depende de uno.

Si aceptamos, como nos dice Séneca, que el universo está regido por una razón o razón divina y que todo ocurre conforme a esa razón, entonces el sabio será aquel que sepa aceptar con serenidad los acontecimientos

7 Cosmopolitismo

El contexto social y político del pensamiento estoico apuntaba a una mayor relación entre culturas y territorios. Esto llevó a los estoicos a teorizar que todos los seres humanos somos parte de una misma comunidad universal que se basa en nuestra capacidad de ser seres racionales.

Este pensamiento cosmopolita se opone firmemente a las formas previas de nacionalismo, que anteponían la propia naturaleza (de los griegos, por ejemplo) frente a un enemigo exterior considerado «bárbaro» por su no dominio del idioma, por sus prácticas religiosas o por cualquier otro motivo. La aceptación de que existe un lógos o razón universal lleva a una fraternidad cósmica por la cual la ética se universaliza.

En este sentido, cuando Séneca se refiere a las virtudes apela a los deberes que tenemos hacia los otros, no solo nuestra familia o ciudad, sino la humanidad entera. Emerge, así, una ética universalista que se opone a las ideas antiguas de anteposición de los intereses de los ciudadanos sobre los demás. El ciudadano era un tipo de persona muy concreto: varón, no esclavo, nacido en el propio país. Lo que propone Séneca es una ciudadanía mundial que integre incluso a los esclavos, como expresa en De la clemencia y en varias cartas.

8 La fugacidad del tiempo y de la vida

FILOSOFÍA&CO - La brevedad de la vida
La brevedad de la vida, de Séneca (Herder Editorial).

Si hablamos de aceptar lo que no podemos cambiar, no podemos evitar el tema de la muerte. La muerte fue un tema sobre el que escribieron todos los estoicos, por tratarse de un asunto clave, tal vez el más clave, que debe enfrentar la filosofía. En La brevedad de la vida, Séneca nos plantea que desperdiciamos mucho tiempo en banalidades y dejamos pasar la vida sin vivirla plenamente.

Esta actitud se debe a que no aceptamos hasta el final la razón universal. La razón universal nos dice que todos los seres mueren, pero nosotros actuamos como si nuestra existencia fuera eterna. Debemos adquirir, plantea Séneca, conciencia del tiempo y aprovechar el presente. Esto es lo que se conoce como tempus fugit («el tiempo se agota», podríamos traducir). Y la mejor manera de aprovechar el presente es cultivando el alma y la sabiduría.

9 Prepararse para morir

El filósofo francés Pierre Hadot planteaba que la filosofía, y especialmente la filosofía antigua, era una preparación para la muerte. La muerte es lo inexplicable porque la vida es lo único que nos acompaña todo el tiempo desde que tenemos memoria. Séneca le da una respuesta muy clara a la muerte: se opone a enfrentarla con miedo o temor. El miedo a la muerte es una no aceptación de su universalidad.

La filosofía, plantea Séneca, debe ser una ayuda para prepararse para morir con dignidad. En Cartas a Lucilio insiste en que quien aprende a vivir bien también aprende a morir bien. Un asunto interesante de este libro, que dejaremos para otro artículo, es que según se traduzcan los términos, Séneca podría estar abordando también el problema de la ética en el suicidio (que, además, fue el motivo de su muerte). Si entendemos que la muerte es algo natural y, por tanto, bueno, ¿por qué iba a ser malvado arrebatarse la vida? Se trata de un tema que requeriría más reflexión, pero resulta notable el nivel de reflexión sobre un tema que solemos considerar mucho más moderno.

En La brevedad de la vida, Séneca nos plantea que desperdiciamos mucho tiempo en banalidades y dejamos pasar la vida sin vivirla plenamente

10 La actualidad del pensamiento de Séneca

Como hemos visto, el estoicismo es un pensamiento de crisis, de quiebre, de fractura. No es un pensamiento para tiempos de paz o tranquilidad, sino una guía que se torna receta facilona en el peor de los casos para enfrentar situaciones difíciles, donde perdemos el pie.

Tal vez por este motivo vemos una proliferación tan enorme del estoicismo. Desde el pronosticado fin de la historia por Fukuyama en los años noventa, según el cual ya no había que preocuparse por las crisis y las guerras, vemos que el contexto global es de más y más inestabilidad, crisis y guerras. Las cosas que teníamos por seguras no lo son con un mundo con mayores tendencias a la polarización política, las tensiones geopolíticas y la crisis climática. No es raro que sea en este contexto en el que cobra fama de nuevo el pensamiento estoico.

Sin embargo, el otro elemento explicativo es ni más ni menos que la imposición de un pensamiento neoliberal e individualista. Séneca y los estoicos plantean preceptos éticos, pero el núcleo de su pensamiento se basa en tareas personales que han de llevar a cabo los hombres sabios para ser felices. Este pensamiento encaja muy bien en un mundo individualista donde la felicidad y la moral son, básicamente, bienes de consumo individual. Por eso, el estoicismo es también enormemente criticado hoy porque sirva para fundamentar un sálvese quién pueda que va en dirección contraria de desarrollar las redes de apoyo global que necesitamos para enfrentar las crisis.

El estoicismo no se basta a sí mismo. Y hemos de entender a qué intereses respondía su desarrollo, no para desdeñarlo, sino para pensar con profundidad sus potencialidades y límites en el mundo de hoy. También hemos de leer a Séneca, como a cualquier filósofo, con los ojos bien abiertos y críticamente, con buen sentido, en sus propias palabras. El propio Séneca nos insta a ello en sus Cartas a Lucilio: «El buen sentido ni se compra ni se vende ni nadie nos lo puede dar prestado» («Carta XXVII»).

1 Hadot tiene el que tal vez sea el mejor libro sobre filosofía antigua y estoicismo: Ejercicios espirituales y filosofía antigua, de 1981. Una guía para iniciados y no iniciados sobre el papel de la filosofía en esta época histórica.

Sobre la autora
Fotografía en blanco y negro de Irene Gómez-Olano, hecha por Natalia Lago. La fotografía muestra a una persona joven con el pelo negro corto, tipo "mullet", sin que le caiga por los lados. Mira a cámara con las cejas rectas y tiene una sonrisa ambigua en la cara.
Sobre la autora

Irene Gómez-Olano (Madrid, 1996) estudió Filosofía y el Máster de Crítica y Argumentación Filosófica. Trabaja como redactora en FILOSOFÍA&CO y colabora en Izquierda Diario. Ha colaborado y coeditado la reedición del Manifiesto ecosocialista (2022). Su último libro publicado es Crisis climática (2024), publicado en Libros de FILOSOFÍA&CO.

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