Pensemos: en los últimos tiempos, ¿escogemos con demasiado cuidado nuestras palabras antes de expresar una opinión? ¿Nos inquieta ofender sin pretenderlo la susceptibilidad de los demás? Es verdad que todos deberíamos tomarnos un minuto y reflexionar antes de publicar algo en las redes sociales o de enviar un meme sin más trámite que un clic. Pero ¿la piel se nos está volviendo cada vez más fina? ¿Será que la «corrección política» se ha transformado en otra cosa?
El fenómeno woke, que surge en Estados Unidos, se utiliza como cajón de sastre para cualquier cosa, tanto por parte del lado progresista como del conservador. Lo están haciendo los republicanos en campaña —en particular, Donald Trump— para ir en contra de la enseñanza en las escuelas de temas como el racismo o la transición de género e incluso contra libros y bibliotecas que consideran inapropiados. El movimiento ha llegado también a Europa y se ha convertido en tema de discusión filosófica en países como Francia, donde su llegada empieza a preocupar.
El fenómeno woke nace en Estados Unidos y está empezando a desembarcar en Europa. En países como Francia, ya se discute este movimiento y sus consecuencias
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¿Qué es y cómo surge?
Empecemos por el principio. Woke es la conjugación del pasado simple del verbo to wake, que en español significa «despertar», «estar alerta». Con la facilidad que tiene el inglés de adjetivar verbos, en 2017, el Oxford English Dictionary agregó una nueva acepción del término definiéndolo así: «Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo».
El woke o wokismo (como también se le conoce) nació en Estados Unidos, decíamos, como un genuino movimiento reivindicativo dentro de la comunidad afroamericana con el objetivo de crear conciencia en torno a la segregación por el color de piel, las desigualdades socioeconómicas, la falta de acceso a la educación y, sobre todo, para enaltecer las obras, los personajes y los logros de dicha comunidad.
Estudiosos del tema, como el periodista cultural Elijah C. Watson, afirman que la palabra ya formaba parte de la lengua vernácula desde la década de los sesenta y fue utilizada por primera vez por el escritor afroamericano William Melvin Kelley en su ensayo If you’re woke, you dig it.
Publicado en el New York Times en mayo de 1962, el artículo se refería a cómo la jerga negra (black slang) se inventaba y reinventaba a modo de revancha contra la apropiación que habían hecho de ella los blancos. No olvidemos que, en la historia de Estados Unidos, aquella década fue violenta y decisiva en materia de derechos civiles y en la visibilización del llamado Black Power. Kelley fue un escritor fuertemente comprometido con una nueva estética afroamericana de cara a estas políticas.
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