“Sin libertad lo que vivo no es mi vida, sino la vida que me imponen”. Esta frase, que salió de la mente y el compromiso de José Luis Sampedro, resume las ideas de este economista, escritor y humanista español. La defendió sin descanso. Y dentro de ese cofre incluía todas las libertades: la personal (“Hazte quien eres. Sin doblegarte, sin hundirte, sin ceder”), de pensamiento («Para vivir hay que ser libre, para ser libre hay que tener el pensamiento libre y para tener el pensamiento libre hay que educarse»), con respecto al dinero (“Poner el dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe”)… El 8 de abril se cumplen cinco años de su muerte.
Por Amalia Mosquera
Cuando uno nace en Barcelona (España), su madre en Argelia, su padre en La Habana (Cuba), su abuela en Lugano (Suiza) y su abuelo en Manila (Filipinas), con un año se va a vivir a Tánger (Marruecos), en la adolescencia se instala en Aranjuez (Madrid, España), y después recorre muchos lugares más a lo largo de todo el mapamundi; cuando todo esto pasa, uno destila muchas cosas y todas interesantes. El punto de partida, lo que uno ha mamado en casa y en la vida, no puede ser más prometedor. Dentro bullen, seguro, la tolerancia, la mezcla de ideas, de costumbres, de experiencias, de inquietudes. Así que, una vez sentadas las bases, ya sólo es cuestión de que tu espíritu y tu cabeza sigan con ganas ese camino pretrazado.
Catedrático de Economía, académico y pensador de cabecera
Ese uno era, es, José Luis Sampedro (1917-2013). Y ese uno dedicó toda su vida, bien larga, a dar forma y expresión a esas ideas que bullían en su interior. Fue funcionario de aduanas en Santander primero y después estudió Ciencias Económicas en Madrid, donde tuvo lugar la mayor parte de su carrera profesional. A la economía se entregó, haciendo todo lo posible por que fuera «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos». Fue profesor en la Universidad y llegó a ser catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid. Fue directivo del Banco Exterior de España, aunque luego criticó, mucho, muchísimo, a los bancos y su poder. Y, junto a la economía, también vino todo lo demás: la literatura, el pensamiento, las conferencias… Todo entremezclado. Todo en uno. Todo envuelto en un halo de cercanía, sensatez y “filosofía a pie de calle” que lo convirtió en un escritor y orador seguido por masas, el pensador de cabecera para muchos.
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