A través de los múltiples textos de Simone de Beauvoir constatamos que existir es, en primera instancia, ser un cuerpo. Sin embargo, esta forma básica de existencia no garantiza la persecución de un proyecto trascendental. El cuerpo es, en cierto modo, un locus fundamental: desde esa materialidad puede florecer una vida conscientemente elegida o, por el contrario, sedimentarse la inmanencia que da forma a la opresión.
A lo largo de este artículo pretendo delinear, primero, la concepción del cuerpo que subyace al pensamiento existencialista de Simone de Beauvoir; después, exponer el lugar que le concede al «cuerpo femenino» en El segundo sexo y, finalmente, analizar las consecuencias de su interpretación.
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