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La portada está pintada de un rosa melocotón pastel. Muestra de frente una ilustración de una mujer (María Zambrano) vestida con una gabardina y un gorro azul, escribiendo con una pluma. Está rodeada de cactus azules y verdes con flores amarillas, y debajo de ella hay unos pájaros de color rosa más pálido, que tocan la pluma con el pico, sobre una maleta azul con un sol naciente.

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NÚMERO 10

Dosier

María Zambrano: poesía, vida y democracia en el exilio

Ese viaje largo y decisivo

F+ ¿Y si mañana no saliera el sol? Hume y la idea de causa

Sobre la idea de causa se fundamenta nuestro conocimiento. De hecho, decimos que conocemos un fenómeno cuando podemos dar cuenta de sus causas. La predictibilidad del conocimiento científico reside, además, en el hecho de que, si conocemos las causas, podremos aventurar nuevas apariciones del mismo fenómeno. Pero ¿y si la idea de causa fuera una creencia más que un dato objetivo? ¿Y si no pudiéramos demostrar que algo es causa de otra cosa?

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¿Cómo estamos tan seguros de que el sol saldrá mañana? Que un fenómeno presente cierta regularidad no quiere decir que esta sea una ley, ¿o sí? Imagen de samerdabout (Pexel, extraída en Canva).

¿Cómo estamos tan seguros de que el sol saldrá mañana? Que un fenómeno presente cierta regularidad no quiere decir que esta sea una ley, ¿o sí? Imagen de samerdabout (Pexel, de Canva).

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Breve biografía

David Hume fue un filósofo escocés que nació el 7 de mayo de 1711 en Edimburgo (Escocia). Criado en una familia acomodada, Hume tuvo el privilegio cultural de crecer entre libros. Como él mismo reconoció en su autobiografía meses antes de su muerte, siempre fue un gran estudiante y desde pequeño se apoderó de él una pasión insondable por la literatura, una pasión que «ha sido la pasión dominante de mi vida y la gran fuente de mis alegrías».

Su querencia por la lectura y su firme hábito de estudio inclinaron a su familia a pensar que la abogacía podía ser una buena carrera para el joven David. Sin embargo, y muy a pesar de su familia, el corazón de Hume anduvo atrapado entre los clásicos: «Encontré una aversión insuperable a todo lo que no fuera la búsqueda de la filosofía y el aprendizaje general».

Decidido a encaminarse a la vida contemplativa del filósofo, con 23 años Hume se marchó a estudiar a Francia, concretamente a la zona de La Flèche. Permaneció en suelo galo un total de tres años, hasta los 26, donde pudo respirar en primera persona el giro moderno que Descartes había imprimido a la filosofía unas décadas atrás.

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