El 1 de mayo arde el fuego del trabajo y a su alrededor se concentran quienes lo celebran. Están de fiesta. ¡Qué pereza…! Nos retrasamos un poco, miramos con distancia la escena y reflexionamos sobre ello repanchingados y en compañía de quienes levantaron sospechas sobre las virtudes del trabajo o directamente lo acusaron de ser la caja de todos los males.
Por Pilar G. Rodríguez
Que el trabajo dirige y ordena cualquier proyecto vital es un hecho incuestionable. Ya sea por exceso, por defecto o por ausencia, la vida baila alrededor de lo que “eres” o dejas de ser. La lingüística en este caso subraya esa usurpación: ¿tú qué eres?, se pregunta mecánicamente. Y se asume que lo que somos es la profesión que tenemos. Porque «¿en qué trabajas?” resulta un poco más largo y, aunque sea más preciso, la lengua tiende a ahorrar, como algunos trabajadores.
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