¿Existe la verdad? ¿Qué es? ¿Podemos acceder a ella? A lo largo de la historia de la filosofía la verdad ha sido siempre, desde la Grecia clásica hasta hoy, objeto de análisis y reflexión. Diferentes visiones e interpretaciones han tratado de comprender este concepto y han formulado sus teorías sobre ella. Y las ideas han sido y son muy variadas.
«Lo que desconoces no es lo que va a meterte en problemas, es lo que das por sentado pero no lo está». La frase es de… no se sabe. Y esta es la verdad. ¿Qué problema habría en admitirla? No se sabe quién la dijo; nos gusta la cita y punto. O sí parece que se sabe…, pero hay dudas de que sea cierto. ¿Y si la dijo alguien anónimo, no conocido? ¿Perdería eficacia, dejaría de ser una idea de peso o de poder estar cargada de razón?
Si la buscas en internet, seguramente te aparecerá entre «las mejores frases» del escritor estadounidense Mark Twain. Muchos dan por sentado que es suya. A él se la adjudica la película The Big Short –traducida en español como La gran apuesta–, sobre la crisis financiera de 2007-2010. A Twain también se la atribuye el político estadounidense Al Gore en el documental que protagonizó, Una verdad incómoda, sobre su campaña contra el calentamiento global.
Todo esto lo cuenta el psicólogo, neurocientífico y músico norteamericano Daniel J. Levitin en La mentira como arma, publicado por Alianza. Pero Levitin cuenta también que, cuando estaba escribiendo el libro, intentó confirmar la autoría de la cita y le fue imposible. Por algunos sitios encontró que era apócrifa; por otros, otras sentencias muy similares dichas por otras personas de renombre… Total, que a una frase que habla sobre lo que se asume como cierto y quizá no lo sea se le atribuye falsamente (o al menos dudosamente o sin confirmación) un autor, con bastante consenso. Empezamos bien.
Una era de irracionalidad deliberada
¿Importa tanto en realidad quién dijo la frase? ¿Importa conocer con exactitud a su autor? ¿Importa la verdad? «La verdad sí importa –leemos a modo de respuesta en el libro de Levitin–. Una era de la posverdad es una era de irracionalidad deliberada, que se opone a todos los grandes avances de la humanidad (…) La mejor defensa contra los embusteros taimados, la defensa más fiable, es que todos nosotros nos convirtamos en pensadores críticos. No hemos logrado enseñar a nuestros hijos a contrarrestar la tendencia evolucionista a la credulidad. Somos una especie social y tendemos a creernos lo que los demás nos dicen. Nuestros cerebros son máquinas magníficas de contar historias y fabular: dada una premisa extravagante, somos capaces de generar explicaciones rocambolescas para justificar su veracidad. Justamente esa es la diferencia entre pensamiento creativo y pensamiento crítico, entre las mentiras y la verdad: la verdad cuenta con pruebas objetivas que la apoyan. Algunas declaraciones podrían ser verdad, pero las declaraciones verídicas son verdad».
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