- Arendt y Nietzsche: el inicio de una conversación
- Coincidencia de opuestos
- Dionisos versus Sócrates
- Sobre los límites de la filosofía y de la política
- La modernidad y la democracia
- El viento del pensamiento es un huracán en el desierto
- Pregunta, desasosiego, perplejidad
- De la facultad de juzgar o de cómo preparar una cena entre amigos
- La «filosofía experimental» de Nietzsche
- La pluralidad de seres únicos
- La aurora
El pensamiento concita un desdoblamiento por el cual el yo se escinde y se pone a prueba en un juego de réplica y contrarréplica. Arendt y Nietzsche entablan una conversación profunda y crispada sobre temas que les apasionan, aunque cada uno los defienda desde su telescopio de largo alcance. Les une la convicción de que solo un pensamiento liberado de automatismos y creencias falaces es capaz de contemplar los distintos fractales de la realidad. Ambos saben, por experiencia, que pensar es arriesgado y doloroso.
Arendt y Nietzsche: el inicio de una conversación
Cae el día y el crepúsculo va filtrando sus sombras en el apartamento de la 370 Riverside Drive de Manhattan. Las mismas sombras que siempre retornan, a la misma hora y en el mismo lugar, cuando la luz vacila y se hace permeable. Luz tras las sombras. La mujer recortada sobre la oscuridad conoce a la perfección esa historia, porque la ha vivido, porque la ha escuchado de los otros y porque ella misma ha tenido que contarla en más de una ocasión.
La pavesa encendida de un cigarrillo a medio consumir clarea la imagen. Un gesto surgiendo de entre el humo. Una mujer que piensa a cada bocanada que exhala, haciéndose ella misma humo durante unos instantes… Los instantes del nacimiento de la idea. El humo son las raíces múltiples de un pensamiento que se lanza en fuga a descubrir los confines de la habitación y que se escapa por la ventana entreabierta.
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