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El exilio: un brusco final
Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado:
emigrantes. Pero emigración significa éxodo.
Y nosotros no hemos salido voluntariamente eligiendo otro país.
No inmigramos a otro país para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido.
Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Sobre la etiqueta de emigrante. Bertolt Brecht
Poemas y canciones (Alianza Editorial)
El exilio, escribió Julio Cortázar, «es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente»1. Esto es lo que experimentan los cien millones de personas desplazadas por la fuerza que hay en el mundo, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)2, como resultado de la persecución, el conflicto, la violencia, las violaciones a los derechos humanos u otros acontecimientos que alteran gravemente el orden público.
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