Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), «el exilio es la separación de una persona de la tierra donde vive. En este sentido, todos los refugiados y desplazados viven en el exilio hasta regresar a sus hogares». Esta definición aséptica esconde, sin embargo, una realidad tremendamente dolorosa y traumática para millones de personas en el mundo. ¿Sigue siendo el exilio un castigo político? ¿Hay diferentes tipos de exilio? ¿Lo viven igual hombres que mujeres? En este dosier, Laura Martínez Alarcón ahondará en estas y otras preguntas.
- El exilio: un brusco final
- Otra forma de decir fracaso
- Exilios, en plural
- Mariela Avila: «Otorgar espacio a las narrativas de las exiliadas permitiría nuevos acercamientos al problema del exilio»
- Exilio, globalización, identidad
- Exilio interior
- Las piezas rotas del exilio
- Olga Amarís Duarte: «En Arendt y Zambrano me gusta hablar de un pensamiento trimembre: sobre el exilio, en el exilio y exiliado él también»
El exilio: un brusco final
Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado:
emigrantes. Pero emigración significa éxodo.
Y nosotros no hemos salido voluntariamente eligiendo otro país.
No inmigramos a otro país para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido.
Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Sobre la etiqueta de emigrante. Bertolt Brecht
Poemas y canciones (Alianza Editorial)
El exilio, escribió Julio Cortázar, «es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente»1. Esto es lo que experimentan los cien millones de personas desplazadas por la fuerza que hay en el mundo, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)2, como resultado de la persecución, el conflicto, la violencia, las violaciones a los derechos humanos u otros acontecimientos que alteran gravemente el orden público.
Como recuerda el filósofo David Sánchez Usanos, si nos atenemos al origen etimológico que procede del latín exilium, «se suele asociar al destierro y, por tanto, cabe vincularlo con el ostracismo (del griego ostrakismós), con la condena que supone el destierro por motivos políticos relacionados con la deshonra, con el comportamiento poco virtuoso». Por tanto, se trata de un castigo tan antiguo como la humanidad. La palabra se replica de manera casi idéntica en otras lenguas, «exile (inglés), exilé (francés), esilio (italiano) o Exil (alemán)»3.
Si bien todo exilio es político, con el tiempo, ha ido atravesando diversas transformaciones jurídicas, cambios en sus motivaciones y alcance. De acuerdo con las filósofas Adriana María Arpini y Mariela Ávila, dado que el exilio siempre es plural, pues cada experiencia es personal, única e irrepetible, la situación de los expulsados suele ser muy compleja al ser arrojados «hacia una nueva y desconocida territorialidad cultural a la que deben adaptarse para poder sobrevivir»4. Aunque la nostalgia y la pena siempre están presentes en la vida de quienes han debido salir, ello «no impide procesos de resistencia y adaptación a los países de acogida».
En efecto, no todas las personas viven el desarraigo de la misma manera. En el caso de las mujeres, existe una doble exclusión, «la de la expulsión política del territorio y la de su ausencia en las memorias oficiales sobre este castigo», asevera Mariela Ávila, filósofa argentina radicada en Chile. Como estudiosa de los exilios masivos ocurridos durante las dictaduras latinoamericanas, agrega que «el reconocimiento de las mujeres como militantes políticas, subversivas, en el contexto dictatorial se da en un marco de excepcionalidad jurídica, lo que pone en paralelo a dicho reconocimiento la violencia y la muerte».
Esto significa que, «a la par que las mujeres eran expulsadas ‘a nombre propio’ de sus países por su militancia política, también eran secuestradas, violadas, torturadas y asesinadas en la clandestinidad». Por otro lado, también existe un lado menos oscuro, si se piensa en el lugar que ocupan las mujeres dentro de la experiencia exiliar. Esto es, «más allá del dolor por la pena, en muchos casos se vislumbra también cierta forma de apertura y de nuevas libertades».
Disfruta de nuestros contenidos al 100%.
No te quedes con las ganas de ver, leer y escuchar…
Deja un comentario