- Volcada en el mundo desde que nació
- «Anathema sit»: la salvación desde el margen
- La desgracia como apertura
- La teleología de la vida en el campo: crítica al marxismo
- La fuente griega en el cristianismo
- Simone Weil, una política impregnada de mística
- Los orígenes del totalitarismo: los pueblos elegidos
- Crítica al totalitarismo y el imperialismo
- Operaria en Alsthom y Renault
- Guerra Civil española y la Columna Durruti
- El desarraigo
- El ocaso de una vida sacrificada
1909, el año en que París, la ciudad de la luz, mostró al mundo el Manifiesto futurista de Marinetti, Simone Weil abría los ojos por primera vez en el seno de una familia burguesa agnóstica de origen judío. Sin ser aún conscientes, aquel texto sembraría una de las muchas semillas del fascismo que tanto acongojó y marcó la vida de Simone Weil hasta su fallecimiento, en 1943. Rafael Narbona, en su libro Peregrinos del absoluto (2020), cuenta la anécdota de que, con solo 5 años de edad, durante la Gran Guerra, «Simone decide privarse del azúcar para compartir las penalidades de los soldados de las trincheras. Su estricto sentido ético ya ha comenzado a despuntar, exigiendo compromisos».
Volcada en el mundo desde que nació
Su educación fue francamente impecable. Estudió en los mejores centros públicos: primero, como alumna del filósofo Alain en el Liceo Henri IV, por donde pasaron desde Sartre o Foucault hasta Macron, y después, en la Escuela Normal Superior (ENS) de París, una de las Grandes Écoles, las instituciones de enseñanza superior más prestigiosas y exclusivas del país por su difícil acceso.
Deja un comentario