Helene von Druskowitz: un espíritu libre femenino
¿Cuántos talentos, tanto masculinos como femeninos, pagaron su atrevimiento intelectual en el tránsito entre los siglos XIX y XX, viendo como sus mentes privilegiadas quedaban aherrojadas bajo la camisa de fuerza de los manicomios? Los casos de Van Gogh, Nijinsky, Camille Claudel, o, en el campo de la filosofía, Nietzsche, son, sin duda, algunos de los más conocidos, pero lo es menos el de Helene von Druskowitz.
Víctima quizás de su atrevida posición intelectual y de su actitud independiente, fue internada con treinta y cinco años en un psiquiátrico de la capital austríaca, donde moriría el mismo año en que terminaba la Primera Guerra Mundial, después de haber desafiado todas las normas y usos sociales de su época, y haberse convertido, sin duda, en lo que en la época se conocía como un Freigeist (o espíritu libre), quizá uno de los más libres que la historia del pensamiento contemporáneo haya conocido.
Helene von Druskowitz había nacido el 2 de mayo de 1856 en Hietzing (Viena), siendo ella la más joven y la única mujer de tres hermanos. La herencia recibida tras la muerte de su padre, le permitió recibir una educación esmerada, en la que muy pronto se reveló como superdotada.
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