Pese a ser discípulo de Platón, Aristóteles fundó un sistema filosófico propio, alejado de algunas de las más importantes teorías de su maestro. Si Platón hablaba de la existencia de dos dimensiones distintas de la realidad —el mundo sensible y el mundo inteligible, de las ideas—, Aristóteles apostó por la idea de que el mundo es solamente uno, sin compartimentos. La crítica a la teoría de las ideas será un punto clave de su filosofía.
«El hombre es un animal racional»
Cuerpo, alma y razón
En la Metafísica —denominada por él «primera filosofía»— es en la que enuncia una de sus teorías más famosas y que tantísima influencia posterior tendrá: el hilemorfismo. Este establece que la sustancia es un compuesto de materia (el principio indeterminado) y forma (la esencia de la sustancia, que determina que sea lo que es).
Esta teoría también la aplicará Aristóteles a la antropología, sosteniendo que todo cuerpo está constituido por materia y forma, que componen un todo único. Así, el ser humano es un compuesto de alma con forma de cuerpo, cuya principal característica es la razón.
Para Aristóteles, todo aquello que se mueve es movido a su vez por una causa, y así sucesivamente. Por tanto, ha de existir algún tipo de motor en el inicio, algo que no sea movido por nadie y que sea lo que desencadene el proceso. Este primer «motor inmóvil» es lo que él relaciona con algún tipo de ser divino, responsable, además, de la unidad del mundo y del orden y las reglas que lo rigen.
En lo referente a la física, Aristóteles explicará el movimiento, característico de los seres naturales, en términos de acto y potencia. Acto será el cumplimiento, realización y pleno desarrollo de las potencialidades de una sustancia, mientras que potencia, la posibilidad de llegar a ser algo que todavía no se es (por ejemplo, una semilla: semilla en acto, pero árbol en potencia).
Teoría del conocimiento de Aristóteles: la experiencia sensible
Para Aristóteles, la piedra angular del conocimiento es la experiencia y la información que nos llega por los sentidos. Información que, más tarde, nuestra razón se encarga de abstraer y analizar. Se trata, por tanto, de un aprendizaje inductivo. Mediante la observación de reglas particulares, podemos llegar a tener una premisa universal (en lugar del sistema deductivo de los racionalistas, que lo desarrollan en la otra dirección: de lo universal a lo particular).
Este nuevo enfoque del conocimiento sería el primer paso hacia el método científico tal y como lo conocemos. Es por esto que Aristóteles puede ser considerado uno de los primeros empiristas, pese a que siempre someterá el conocimiento sensible a la razón. La base de su sistema era encontrar una explicación racional y cierta del mundo que nos rodea.
«Órganon»: principio y fin de la lógica
Una de las más grandes aportaciones de Aristóteles fue la invención de la lógica, recogida en su obra Órganon. Este conjunto de libros constituyen la primera investigación sistemática acerca de los principios que ha de tener un razonamiento para ser válido y correcto, y su impactó será vital para la historia del pensamiento.
Como dijo Immanuel Kant, desde Aristóteles la lógica no ha dado un paso atrás… ni hacia delante. Por tanto, concluía el filósofo alemán, era un tema que se podía haber dado por concluido.
Ética: el justo medio
La ética de Aristóteles es teleológica, es decir, que identifica el bien con un fin. El filósofo defiende esta idea porque entiende que cuando los hombres actúan es porque buscan alcanzar un objetivo concreto, principalmente, la felicidad en la vida.
Aristóteles identifica la felicidad con las virtudes, y divide las mismas en dos ramas, las éticas (aquellas que están destinadas a dominar la parte irracional de nuestra alma) y las dianoéticas (que se corresponden con la naturaleza racional del ser humano). Entre las primeras encontramos la fortaleza, la templanza y la justicia, mientras que en el segundo grupo estarían la prudencia y la inteligencia.
«Somos lo que hacemos días tras día. La excelencia no es un acto, sino un hábito»
La virtud no es otra cosa, según Aristóteles, que la «dorada mediocridad», es decir, el punto medio entre dos extremos. Así, por ejemplo, Aristóteles establece la valentía en el punto medio entre la temeridad y la cobardía.
Pero ¿cómo podemos alcanzar la virtud? Mediante hábitos, nos responde. Una repetición continua que debería llevarnos finalmente a la excelencia. Y es de suma importancia que cuidemos esas acciones, porque mediante la virtud es como el hombre puede dominar su parte irracional y de este modo llegar a alcanzar su naturaleza racional, y con ella, la felicidad.
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Política aristotélica
Esta ética desemboca en la política, y en ella sostiene la idea de que el hombre, como ser racional que es, desarrolla sus fines dentro de la comunidad. Existen tres formas de gobierno puras —sujetas a la virtud—, mientras que existen también tres formas desvirtuadas de las mismas. Entre las primeras, según el número de gobernantes, estarían la monarquía (el gobierno de uno solo, el más sabio y virtuoso), la aristocracia (el gobierno de unos pocos) y la democracia (el gobierno de muchos); entre las segundas hablaríamos de la tiranía, la oligarquía y la demagogia.
Para Aristóteles, el mejor y más justo gobierno sería la monarquía, pero adolece de un gran problema: es el sistema más difícil de alcanzar y el que está sujeto a la peor degradación (la tiranía), por lo que apuesta por que la elección de cada uno de estos sistemas se haga de acuerdo a las circunstancias de cada país.
«La dignidad no consiste en poseer honores, sino en merecerlos»
Legado de Aristóteles para la posteridad
Aparte de las refundaciones de su pensamiento, la historia de la filosofía occidental se ha remitido continuamente a las teorías aristotélicas desde hace milenios. Sus aportaciones al campo de la epistemología, la lógica y la metafísica; su papel como el más grande naturalista de la antigüedad; su metodología sistemática de la que bebería directamente la revolución científica… Sus logros son a todas luces inagotables, así como los caminos que abrió a partir de ellos.
Curiosamente, el pensador que más habría de influir en nuestra cultura estuvo sepultado para Occidente durante siglos, mientras los primeros filósofos cristianos ligaron su pensamiento a Platón. Sin embargo, gracias al islam —y más concretamente, al filósofo andalusí Averroes, cuyos comentarios a la filosofía de Aristóteles influyeron en la filosofía de la Edad Media y el Renacimiento—, sus enseñanzas retornaron hasta culminar en la Suma teológica de Tomás de Aquino, que unió finalmente a Aristóteles con el pensamiento cristiano.
Desde entonces, el estagirita ha sido apoyado, criticado, alabado y repudiado por cientos de filósofos posteriores, pero nunca olvidado o ignorado. Dos mil años de historia influyendo prácticamente en todas las ramas del saber, que se dice pronto.
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